martes, 27 de diciembre de 2016
YO SOY UN NEGRO EN FLOR
Esta semana Buscando leones en las nubes llega a su última entrega del año 2016, en la que os invito a disfrutar de una emisión festiva y gozosa nacida con la intención de celebrar el doble aniversario de un artista fascinante, una figura excepcional, un músico inolvidable, de cuyo nacimiento y muerte se han cumplido en este año que ahora agoniza los ciento cinco y los cuarenta y cinco años respectivamente.
Y es que, en efecto, Ignacio Jacinto Villa Fernández nació en Guanabacoa, Cuba, el 11 de septiembre de 1911, y falleció en Ciudad de México el 2 de octubre de 1971. Cantante, compositor y pianista, respetado homosexual en un entorno como el de la Revolución castrista, de la que fue fiel compañero de viaje, nada comprensivo con las manifestaciones heterodoxas de la identidad sexual, fue conocido en el mundo entero por su nombre artístico, Bola de Nieve.
Yo volví de un viaje a Cuba, en un lejanísimo 1987, fascinado por la música de este personaje singular, una celebridad en su país de origen, trayendo conmigo un vinilo, editado en el país caribeño diez años después de su muerte, y que, con el explícito título de In memoriam, recogía quince de sus principales creaciones. En aquellas fechas, yo desconocía totalmente la existencia del artista, principalmente porque mis intereses musicales se desenvolvían en ámbitos -los del pop y el rock- absolutamente ajenos al peculiar universo de Bola de Nieve. Y es por ello por lo que experimenté ante las prodigiosas canciones del cubano una suerte de encantamiento, hecho a medias de perplejidad y seducción, de desconcierto y atracción, que no ha cesado de producir efectos en mí desde entonces. La delicadeza, el humor, la ternura, la alegría festiva, también la tristeza y la melancolía, las raíces africanas, la amplia cultura musical, las numerosas calas en los cancioneros ajenos -el bolero, la chanson o el jazz-, conforman una personalidad única, arrolladora y magnética, carismática y cautivadora, a la que quiero homenajear en este último programa del año y que también, con toda modestia, pretendo dar a conocer a aquellos de vosotros que no hayáis tenido la ocasión de acceder a su música.
Con este doble propósito os ofrezco en la emisión veintidós canciones (en la radio mencioné, incorrectamente, diecinueve) muy representativas del universo creativo de Bola de Nieve, todas ellas precedidas de breves textos en los que se recogen declaraciones propias del artista sobre su vida y su obra, así como opiniones ajenas de destacados escritores -Pablo Neruda, Alejo Carpentier o Camilo José Cela, entre otros- en las que ensalzan el deslumbrante quehacer artístico de un músico ya legendario.
Espero que disfrutéis de esta tan especial emisión (la número 400 de las subidas a este blog) de Buscando leones en las nubes dedicada al gran Bola de Nieve, con la que, de paso, aprovecho para felicitaros las navidades y desearos un muy afortunado 2017.
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martes, 20 de diciembre de 2016
PASTORES DEL FIN DEL MUNDO
Bienvenidos una semana más a Buscando leones en las nubes en una emisión que esta vez se presenta como redundante e incluso superflua.
Y es que el programa que ahora quiero ofreceros ya se ha hecho, ya ha sido escrito y grabado y emitido antes con otros autores, otros realizadores, otros locutores mucho más capaces y apropiados que yo y, sobre todo, mucho más legitimados -pues a fin de cuentas su obra es suya- que yo mismo para proponeros la experiencia que ahora os propongo.
Hace unos meses, la Cadena Ser presentó, bajo la rúbrica de Nómadas, un espléndido proyecto realizado en colaboración con la ONG Rescate. Se trataba de viajar a Malí para conocer la realidad de los pastores nómadas que llevan siglos atravesando el Sahel con sus rebaños, en una existencia trashumante que tan anacrónica resulta en un mundo fuertemente tecnologizado como es el de este acelerado siglo XXI. Para ello, los responsables de la idea se desplazaron a ese territorio casi desértico y convivieron durante semanas con esas comunidades ancestrales, acompañándolas en su deambular y conociendo directamente su extraña forma de vida.
El resultado de esa aventura es una película del mismo título, Nómadas, dirigida por Jorge Martínez con los lúcidos y poéticos textos, de Martín Caparrós y las penetrantes y conmovedoras fotografías de Samuel Aranda. El documental puede verse íntegro en la página de podcast de la emisora. Del mismo modo puede accederse a seis programas de radio, que recogen la banda sonora de la cinta, que incluye -en la poderosa dicción, realzada por su sugerente acento argentino, del propio Martín Caparrós- los textos escritos por él que suenan, bellísimos, con un fondo sonoro grabado in situ, conformando el conjunto una muestra excepcional, brillante y emotiva, rigurosa y muy interesante, de periodismo comprometido y humanísimo. El diario El País presentó este pasado septiembre en su edición dominical ocho fragmentos extraídos del reportaje, acompañados de algunas de las fotos que lo complementan, una de las cuales ilustra esta entrada. El artículo llevaba por título el que hoy encabeza esta emisión: Pastores del fin del mundo.
Ni que decir tiene que mi planteamiento de esta noche parte de una obvia premisa: debéis escuchar el programa original y disfrutar, aprender, vibrar, reflexionar y emocionaros con la magia de este Nómadas de Jorge Martínez, Samuel Aranda y Martín Caparrós. Desde aquí, humildemente, os propongo ahora una modesta invitación, un entusiasta homenaje a los autores del documental con una selección de esos ocho textos del periódico, en mi deficiente voz, precedidos de la introducción al documental, que consta en la propia página de la Cadena SER, y una reflexión final sobre el viaje, obra del propio Martín Caparrós (del que os aconsejo su extraordinario libro El hambre, con tantos puntos en común con el tema central del programa).
Entre los textos, una selección de música de la región, sonidos del desierto que espero puedan trasladaros a ese entorno durísimo pero mágico, en un viaje virtual de una arrebatadora belleza. Bassekou Kouyate con Ngoni Ba, Mariem Hassan, Jali Moussa Jawara, Fatoumata Diawara, Ali Farka Touré con Toumani Diabate, Tinariwen, Malouma, Anansy Cissé, Samba Touré y Oumou Sangaré son sus intérpretes, casi todos malienses.
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martes, 13 de diciembre de 2016
PELO TELEFONE
Buscando leones en las nubes, el espacio de música y literatura de Radio Universidad de Salamanca, os invita a compartir con nosotros una nueva emisión que se presenta como una suerte de continuación de las catorce que os hemos ofrecido desde el comienzo de esta temporada.
Y es que, de un modo u otro, desde que comenzó el mes de septiembre, nuestro espacio se ha venido desarrollando como una sucesión de programas monográficos dedicados a distintos estilos musicales. Así, han comparecido, lunes tras lunes, el blues, el jazz, el country, el bolero, la copla, el tango, la ranchera, la chanson francesa, la balada romántica italiana o el pop, entre otros géneros.
Esta semana queremos centrar la emisión en otra manifestación destacada de la música popular, la samba -mantendré el femenino que recomienda nuestra Academia, pese al masculino con el que se nombra en Brasil- que acaba de cumplir cien años. En efecto, el 27 de noviembre de 1916 se grabó Pelo telefone, que pasa por ser la primera samba de la historia. Con ese motivo os propongo una selección de quince espléndidas piezas de este fecundo siglo en la historia del movimiento musical más significativo del país sudamericano.
Ante la infinidad de temas “rastreados” y la consiguiente imposibilidad de escoger una sucinta muestra representativa, he optado por acomodarme a algunas de las preferencias -nada convencionales ni previsibles y sí bastante desconocidas salvo para el experto- que recoge André Diniz en su imprescindible Almanaque do Samba, un libro magnífico de 2006, no traducido en España, pero que yo he podido consultar en su segunda edición brasileña de 2010. Ataulfo Alves, Demônios da garoa, Sinhô, Clara Nunes, Baiano, Noel Rosa, Adoniran Barbosa, Zeca Pagodinho, Cartola, Carmen Miranda, Ary Barroso, Paulinho da Viola, Chico Buarque, Rosa Passos y Zé Keti son los intérpretes de las piezas elegidas.
Con carácter previo a cada canción, podréis escuchar mi lectura de fragmentos de distintos textos: sendos reportajes periodísticos de Carlos Galilea en El País y de Joan Royo Gual y Germán Aranda en El Mundo, un interesante artículo académico de David Treece en la revista de la Asociación Centro de Estudios y Cooperación para América Latina y, obviamente, el propio libro de André Diniz, un inagotable caudal de interesantísima información.
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martes, 6 de diciembre de 2016
LLORANDO
Desde Buscando leones en las nubes os saludamos una semana más para presentaros lo que constituye la octava y última emisión de la serie que desde mediados de octubre viene ofreciéndoos una selección de desgarradas canciones en las que el desengaño y hasta el fracaso amoroso son protagonistas.
Todas ellas, agrupadas como digo en ocho bloques correspondientes a otros tantos géneros musicales (la copla, el bolero, la ranchera, el tango, la balada sentimental italiana, la chanson francesa las piezas de blues y las torch songs y, para finalizar, el pop y el rock, objeto del programa esta semana), surgen del libro 101 canciones para cortarse las venas, en el que el experto Manu Berástegui presenta, en T&B Editores, su particular antología acompañada de las letras de cada tema y de unos sustanciosos comentarios plenos de conocimiento y sentido del humor.
Del inabarcable universo de la música pop y rock el autor entresaca solo dieciséis canciones, once nacidas en el ámbito anglosajón y las cinco restantes pertenecientes al universo musical hispano. Dadas nuestras habituales limitaciones de tiempo, y en consonancia con mis muy personales filias, en la emisión escucharéis todos los temas foráneos (Against all odds, Crying, Don't leave me this way, How can you mend a broken heart?, If you leave me now, I'll never fall in love again, I'm not in love, It must be him, November rain, Stay with me y Without you, en las voces de, respectivamente, Phil Collins, Roy Orbison, Harold Melvin & The Blue Notes, The Bee Gees, Chicago, Dionne Warwick, Fun Lovin’ Criminals, Vicky Carr, Guns N’ Roses, Lorraine Ellison y Harry Nilsson) con el excepcional añadido de Vivir sin aire, el conocido éxito de Maná (un grupo que no me dice demasiado), en la emotiva versión -que también menciona Berástegui- de Niña Pastori y que aparece como cierre a la presente edición.
Crying girl, el cuadro de 1964 del pintor pop Roy Lichtenstein, ilustra esta entrada.
Crying girl, el cuadro de 1964 del pintor pop Roy Lichtenstein, ilustra esta entrada.
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martes, 29 de noviembre de 2016
TIEMPO DE TORMENTA
Esta semana quiero presentaros la séptima entrega de la serie que desde hace casi un par de meses monopoliza nuestras emisiones y que tiene como eje central a 101 canciones para cortarse las venas, el espléndido libro del periodista Manu Berástegui en el que, guiado por su personal y estupendo gusto y por su profundo conocimiento de la música, recoge muestras de temas de hasta ocho estilos musicales distintos, coincidentes todos en su tratamiento -casi siempre desgarrado y un punto dramático, dolorido y sufriente- del desamor, de las penas sentimentales, del abandono y el rechazo, el engaño y la traición que tan a menudo acompañan a la pasión amorosa.
Tras nuestros precedentes recorridos por los intensos territorios de la copla y el bolero, la ranchera y el tango, la balada italiana y la chanson francesa, le llega el turno a lo que en el libro se presenta como blues y torch song, siendo estas últimas -el blues es suficientemente conocido y no requiere explicación- piezas de amor desesperado, “canciones de antorcha”, expresión inglesa vinculada a “llevar la antorcha por alguien”, esto es, a seguir amando a una persona a pesar de la distancia, la ausencia, el tiempo o las diferencias.
Y así, en la emisión que esta semana presento podréis escuchar, interpretados por Ruth Etting, Shirley Horn, Bola de Nieve, Julie London, Billie Holiday, Nina Simone, Ella Fitzgerald, Rosemary Clooney, Lena Horne, Bessie Smith, Frank Sinatra, Bryan Ferry, Sarah Vaughan y Ethel Waters, algunos estándares imperecederos de la historia de la música, como son All of me; Baby won't you please come home; Be careful, it's my heart; Cry me a river; Don't Explain; Everytime We Say Goodbye; Fine and Mellow; Good morning heartache; I Gotta Right to Sing the Blue; I need a little sugar in my bowl; I'm A Fool To Want You; Love Me Or Leave Me; Mean To Me y Stormy Weather.
Previamente a cada uno de los temas -casi todos clásicos indiscutibles de la historia de la música popular- os ofrezco, en la traducción que aporta Berástegui en su libro, sus letras, en las que, como digo, el protagonismo recae en el fracaso amoroso, con sus muy habituales corolarios de dolor, tristeza, infelicidad, recuerdo, despecho o venganza, y también, sin excepción en todos los ejemplos recogidos por el autor, innegable belleza.
martes, 22 de noviembre de 2016
MORIR DE AMOR
Esta semana continuamos con la serie, que se inició hace ya más de un mes, que estamos dedicando a las canciones de desamor, a partir de las inestimables y valiosísimas sugerencias sobre el tema que hace Manu Berástegui en su indispensable libro 101 canciones para cortarse las venas.
Organizado en ejes temáticos cada uno de los cuales se vincula a un género musical, y tras las secciones dedicadas a la copla, el bolero, la ranchera, el tango y la balada italiana, es el turno ahora de la chanson francesa, una de las manifestaciones más reconocibles de la cultura del país vecino, con grandes hitos, auténticos clásicos universales, en el territorio de la música popular, trece de los cuales podréis escuchar esta noche. De ellos, solo los nueve últimos están recogidos en la exigua selección del libro, por lo que he escogido otros cuatro, que sonarán en los primeros momentos del programa, seleccionados por mí del inmenso -y melancólico- acervo de temas de intérpretes galos que poblaron mi infancia y adolescencia.
Como introducción a las piezas musicales os leeré, para estas cuatro canciones iniciales, fragmentos de una reflexión general sobre la chanson que hace Berástegui en el capítulo de su obra correspondiente a este género. En el resto de los casos, mi lectura se centrará en las respectivas letras, y en alguna escasa ocasión, en los comentarios, muy informados y también muy divertidos, con los que el autor presenta cada pieza.
He querido proporcionaros una muestra lo más variada posible de entre los distintos acercamientos conocidos a las canciones escogidas, evitando así repetir los mismos artistas, caso, por ejemplo, de Charles Aznavour, que Berástegui propone como escucha obligada en un gran número de temas. Tendréis así ocasión de conocer algunas recreaciones de grandes estándares de la música francesa a cargo de cantantes no francófonos, de tal manera que el elenco final de invitados a la emisión queda constituido por Hervé Vilard, Marie Laforêt, Leo Ferré, Christophe, Mistinguett, Juliette Greco, Mark Almond, Edith Piaf, Gilbert Becaud, Françoise Hardy, Charles Aznavour, Gigliola Cinquetti y Jacques Brel.
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Morir de amor
martes, 15 de noviembre de 2016
BELLA SIN ALMA
Por quinta semana consecutiva, Buscando leones en las nubes se adentra en los atractivos entresijos de un libro apasionante, 101 canciones para cortarse las venas, en el que su autor, el polifacético Manu Berástegui, disecciona, con buen criterio y mejor sentido del humor, los secretos de esos temas musicales en los que la ruptura amorosa, el desamor, el abandono sentimental, la traición, el despecho, los celos y tantos otros sentimientos asociados a los fracasos del amor, son protagonistas.
Organizado el libro en ocho secciones que se corresponden con otros tantos géneros musicales, en lunes precedentes os he ofrecido las selecciones correspondientes a la copla, el bolero, la ranchera y el tango, para centrar nuestra emisión de esta noche en otro universo rebosante de un romanticismo atormentado y trágico, apasionado y excesivo: el de la canzone, la balada italiana pródiga en escenarios tórridos, de un erotismo visceral y una sentimentalidad desatada.
Ateniéndome una vez más a las opciones escogidas por el autor, no siempre coincidentes con las mías propias (mi adolescencia y mi muy primera juventud están repletas de canciones italianas, que ahora, cuando las he recuperado para la elaboración del programa, me han trasladado con melancolía a esos en el fondo muy tristes días), en la emisión escucharéis doce temas fundamentales de la música del país transalpino -muchos de ellos salidos de aquella fábrica de éxitos sentimentales que fue, desde su edición originaria en 1951 hasta hoy mismo, el Festival de San Remo- ofrecidos en las versiones de otros tantos nombres clásicos, casi todos presencias ineludibles en cualquier antología de los años sesenta y setenta del pasado siglo.
Antes de cada canción os leeré su correspondiente letra, en la traducción que propone el propio escritor en su libro. Ciao amore, en la voz de Luigi Tenco; Un anno d’amore interpretado por Mina; Grande, grande, grande en la versión de Tony Renis; el gran clásico L’appuntamento cantado por Ornella Vanoni; Io che non vivo senza te, también imperecedero, con Pino Donaggio; un actualísimo Il giardino proibito (está en la banda sonora de los anuncios de ING Direct) con su intérprete originario, Sandro Giacobbe; La bambola de Patty Pravo; la más moderna La solitudine de Laura Pausini; otro título legendario, Come prima, de Tony Dallara; Parole, parole en la versión más canónica de Alberto Lupo y Mina (hay una, impagable, de Adriano Celentano con la propia Mina); Non si puo’ morire dentro, con Gianni Bella; y la Bella senz’ anima de Riccardo Cocciante que da título al programa, constituyen la formidable selección que os ofrezco en el espacio. Una espléndida muestra de las canciones de fracaso amoroso en la que no están ni mucho menos todos los que son en la música italiana: Gianni Morandi, Domenico Modugno, Peppino di Capri, Iva Zannichi, Jimmy Fontana, Massimo Ranieri, Gigliola Cinquetti, Claudio Baglione, Gianna Nannini, Luccio Battisti o Adriano Celentano son algunos otros artistas inconmensurables que, aunque no hayan encontrado acomodo en el programa, merecen nuestro recuerdo y nuestro reconocimiento.
Escribe Berástegui: Las historias de desamor de la canción italiana tienen algo de cine neorrealista. Son canciones en blanco y negro y grano grueso. Y no solo aquellas que se corresponden con su tiempo, sino incluso las más recientes (…) podrían contarse en una película algo turbia, algo velada, con una joven Claudia Cardinale como protagonista.
P.D.- Como sabéis, ha muerto Leonard Cohen. Buscando leones en las nubes dedicó hasta siete programas a su música y su literatura. Os invito a escuchar alguna de esas emisiones como homenaje a su excepcional figura (pueden encontrarse entrando en las secciones "Programas (descargas)" y "Etiquetas" de este blog).
P.D.- Como sabéis, ha muerto Leonard Cohen. Buscando leones en las nubes dedicó hasta siete programas a su música y su literatura. Os invito a escuchar alguna de esas emisiones como homenaje a su excepcional figura (pueden encontrarse entrando en las secciones "Programas (descargas)" y "Etiquetas" de este blog).
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Bella sin alma
martes, 8 de noviembre de 2016
EN ESTA TARDE GRIS
Buscando leones en las nubes abre una nueva edición del programa que como en las semanas precedentes se va a organizar sobre el libro 101 canciones para cortarse las venas, en el que el periodista -entre otras muchas ocupaciones- Manu Berástegui presenta su particular y muy bien elegida selección de temas musicales que tratan del fracaso amoroso, de la frustración sentimental, de las decepciones, rupturas y abandonos pasionales, y, en definitiva, de las derivaciones más dramáticas e infelices del amor.
De los ocho apartados en los que se estructura el libro, correspondiente cada uno de ellos a un género musical distinto, llegamos esta semana al tango, tras las emisiones dedicadas a la copla, el bolero y la ranchera. En la emisión se ofrecen catorce temas, casi todos ellos bastante conocidos, de esa manifestación emblemática de la música argentina y en particular rioplatense, los once que recopila Berástegui en su obra, más otros tres de mi propia cosecha que sonarán al comienzo del programa. Antes de cada uno de ellos os leeré los interesantes, agudos y muy divertidos comentarios que el propio autor incluye en su texto como presentación de cada tema. En el caso de los tres escogidos por mí, serán también las palabras del escritor las que escuchéis, aunque en estos casos se trata de reflexiones generales sobre el tango.
A la hora de decidir cuál debía ser la versión elegida me he decantado por la variedad, por lo que no debería sorprenderos la presencia de intérpretes de otros géneros distintos al que hoy protagoniza nuestro espacio, ni de procedencias bastante alejadas del Buenos Aires “canónico”, cuna del tango. Y así, Estrella Morente, Adriana Varela, Liliana Felipe, Roberto Goyeneche, Mina, Ariel Ardit, Carlos Gardel, Miguel Poveda, Susana Rinaldi, Malevaje, Agustín Lara, Los Visconti, Libertad Lamarque y Diego el Cigala recrean grandes clásicos de la música arrabalera y portuaria argentina, en una selección en la que los “foráneos” -Estrella Morente, Miguel Poveda, Diego el Cigala, Mina o el grupo Malevaje. no desmerecen, a mi juicio, ni en intensidad ni en emoción, de las más ortodoxas y previsibles versiones de Carlos Gardel, Susana Rinaldi, Roberto Goyeneche, Libertad Lamarque o el excelso Agustín Lara.
martes, 1 de noviembre de 2016
LA CAMA DE PIEDRA
Buscando leones en las nubes os presenta esta semana una nueva entrega de la serie que estamos dedicando a 101 canciones para cortarse las venas, la muy interesante publicación de Manu Berástegui.
Como os he venido contando desde hace quince días, en el libro citado el polifacético periodista y comunicador recopila un centenar más una de sus particulares preferencias en el universo de canciones de desamor, temas en los que el abandono, la ausencia de amor, el amor no satisfecho, el amor que duele o las reacciones -resignación, súplica, venganza, humillación, apatía, renuncia- tras el engaño o la ruptura amorosa son los protagonistas. Estructurado en torno a ocho ejes organizadores, correspondientes, cada uno de ellos, a un diferente estilo musical -la copla, el bolero, la ranchera, el tango, la balada italiana, la chanson francesa, el blues y las torch song (canciones de amor desesperado del cancionero nortemericano), y las muestras pertenecientes al pop y el rock-, el excelente criterio y la aguda sensibilidad del autor contribuyen a seleccionar una completísima representación de piezas que o bien inducen al suicidio -al que apunta el melodramático título- tras un fracaso sentimental o pueden ayudar -como señala el propio Berástegui en su esclarecedor prólogo- a recomponer el ánimo cuando nuestras cartas en el juego del amor han salido perdedoras.
Para cada una de las canciones escogidas, Berástegui nos ofrece, de entrada, su siempre desgarrada letra, para a continuación proponernos sus singulares comentarios que, al modo de prospectos farmacéuticos y subrayando este segundo carácter terapéutico de su planteamiento, aparecen bajo las rúbricas de “principios activos”, un primer apartado en el que se describe de manera general lo esencial de cada tema; “indicaciones”, en el que se sugieren los posibles destinatarios que aprovecharán el benéfico “medicamento”; “contraindicaciones”, en donde, cautelarmente, pretende alejar a quienes sufrirán en exceso si escuchan la canción; “correcta administración”, que contiene muy atinados consejos acerca del entorno y las circunstancias más propicias para la degustación de las sentidas canciones; y por fin, “información adicional”, una sección postrera en la que se recomiendan las mejores -o las más curiosas- versiones de cada pieza.
En las dos emisiones precedentes nos centramos en la copla y el bolero, para recalar hoy en la ranchera, otro género también bastante inusual, por no decir desconocido, en nuestro espacio. En esta ocasión escucharéis una docena de grandes clásicos del estilo por excelencia, del estilo definitorio, de la música popular mexicana, en las voces de algunos grandes nombres del género, aunque no solo del país americano, pues he querido ampliar al máximo el abanico de artistas a presentaros entre los muchos que han frecuentado la ranchera. Así, en el programa suenan las conmovedoras, desgarradas y estremecedoras voces de Chavela Vargas, Javier Solís con Pedro Infante, Linda Ronstadt, José Alfredo Jiménez, Lola Beltrán, Paquita la del Barrio, Lila Downs, Cuco Sánchez, Yolanda del Río, Juan Gabriel, Concha Buika con Chucho Valdés y Luz Casal.
De esta docena de temas seleccionados, los nueve últimos son los que el autor recoge en su libro, y suenan precedidos del texto principal que en él les dedica, tal y como hicimos en los dos programas previos de la copla y el bolero. Las tres primeras piezas, en cambio, son elección mía personal y se acompañan de algunas reflexiones generales del propio Berástegui sobre este tipo de música.
Un espléndido grabado del genial José Guadalupe Posada, el gran artista mexicano (si no lo conocéis, buscad su obra), ilustra esta entrada. La presencia en nuestro blog de Posada, destacado exponente del paradójicamente festivo culto a la muerte del país norteamericano, resulta
especialmente oportuna en esta semana de difuntos.
martes, 25 de octubre de 2016
NO PUEDO SER FELIZ
Una semana más, Buscando leones en las nubes, el programa de música y literatura de Radio Universidad, se acerca a vuestras casas con una nueva propuesta radiofónica que esperamos sea de vuestro agrado.
Con esta optimista pretensión os invitamos a disfrutar de la segunda emisión de la serie que desde hace siete días estamos dedicando a 101 canciones para cortarse las venas, el interesantísimo y formidable libro, de título inequívoco, que presentó en diciembre de 2012 Manu Berástegui en la editorial T&B.
Si la copla protagonizó la sesión del lunes pasado, hoy el núcleo del programa gira sobre un género aún más desgarrado, si cabe: el bolero. Con mi lectura de los sugerentes textos del autor, siempre penetrados de un cáustico humor, precediendo cada tema, os ofrezco esta noche catorce títulos muy significativos del atormentado estilo, en versiones magníficas, todas rezumando amargura y desolación, tristeza y desesperación, atracción y rechazo, desamor y pasión.
Si la copla protagonizó la sesión del lunes pasado, hoy el núcleo del programa gira sobre un género aún más desgarrado, si cabe: el bolero. Con mi lectura de los sugerentes textos del autor, siempre penetrados de un cáustico humor, precediendo cada tema, os ofrezco esta noche catorce títulos muy significativos del atormentado estilo, en versiones magníficas, todas rezumando amargura y desolación, tristeza y desesperación, atracción y rechazo, desamor y pasión.
Unas canciones, es su mayor parte muy conocidas, pues no en vano han contribuido a la educación sentimental de una generación, aunque sea de un modo inconsciente y no premeditado, por ósmosis casi, que suenan en las voces, emocionadas y rotas, tristes y pesarosas, arrebatadas y estremecidas, de José Feliciano, Bola de Nieve (que pronto tendrá un programa monográfico en Buscando leones en las nubes), Chavela Vargas, Lila Downs, Celia Cruz, Victor Yturbe, Luz Casal, Olga Guilot, Omara Portuondo, Los Panchos, Mayte Martín con Tete Montoliú, Libertad Lamarque con Pedro Vargas, Tania Libertad con Armando Manzanero y Bebo Valdés y Diego el Cigala, con su conmovedora versión del clásico Vete de mí que cierra el programa.
Estoy convencido de que, pese a lo insólito de mi propuesta de esta semana -tan alejada de los parámetros más habituales en los que se ha desenvuelto nuestra trayectoria de dieciocho temporadas-, vais a disfrutar del programa.
martes, 18 de octubre de 2016
Y SIN EMBARGO TE QUIERO
Si hasta el lunes pasado hemos estado dedicando los primeros programas de este curso a rastrear en los orígenes del blues, el jazz y el country norteamericanos, a partir de esta semana iniciamos una nueva serie -casi interminable, pues será ocho o nueve los espacios que la integren- centrada en otros distintos géneros musicales, entre los que se cuentan varios más autóctonos y cercanos a nuestro ámbito; casi todos ellos, además, bastante insólitos para nuestros habituales registros estilísticos.
A finales de 2012, el periodista Manu Berástegui (si es que una personalidad tan proteica puede ser reducida a una única dimensión profesional) presentó el libro 101 canciones para cortarse las venas, un “vademécum de medicinas emocionales” que recoge sus muy aquilatadas preferencias en los terrenos de la copla, el bolero, la ranchera, el tango, la chanson francesa, la balada italiana y otros estilos musicales, en una selección de temas imprescindibles -siempre según su particular y excelente criterio- para sobrevivir con una cierta dignidad (llamémosla así) a los males que conlleva el desamor.
Guiado por las pautas que marca el libro, y que os iré desvelando en semanas sucesivas, me centro hoy en su primera sección, la copla, de la que os presento una antología de doce de las quince piezas que se recogen en la obra, precedidas, cada una de ellas, por los siempre atinados comentarios (a menudo muy divertidos y hasta hilarantes) del propio Berástegui. He elegido las versiones musicales que más se avienen con mi propia sensibilidad, de entre las muchas que se recomiendan en el libro. Lola Flores, Imperio de Triana, José José, Rocío Jurado, Martirio con el Trío de Chano Dominguez, Fernanda y Bernarda de Utrera, Carlos Cano, Marifé de Triana, Concha Piquer, Manuel Bandera, Isabel Pantoja y Juanita Reina son los artistas -en casi todos los casos, de inesperada presencia en Buscando leones en las nubes- que han llenado nuestro espacio de lágrimas y sufrimiento, de pena y aflicción, de congoja y desamor.
Espero que el desgarro, el dolor, la pasión, el sentimiento, el desencanto, la emoción, el amor, la venganza, el despecho, la amargura, la soledad, la tristeza y el llanto que rezuma el programa que ahora os ofrezco puedan entusiasmaros pese a que nos vayamos a desenvolver en un territorio tan ajeno -al menos aparentemente- al que frecuentamos cada lunes.
(A la memoria de mi padre, que se emocionaba al escuchar muchas de estas coplas y lo hubiera hecho, también, con este programa)
(A la memoria de mi padre, que se emocionaba al escuchar muchas de estas coplas y lo hubiera hecho, también, con este programa)
martes, 11 de octubre de 2016
ROBERT CRUMB. REZA UNA PLEGARIA
Esta semana Buscando leones en las nubes se centra, por sexta ocasión consecutiva, en un libro altamente recomendable, Héroes del blues, el jazz y el country, en el que la editorial Nórdica presentó, a principios de este 2016, una completa recopilación de imágenes de Robert Crumb en las que el veterano dibujante representó, en los primeros ochenta del pasado siglo, a algunos -muchos en realidad, más de un centenar- de los más destacados artistas de las etapas originarias de esos géneros en la Norteamérica de hace ahora cien años.
En la tercera sección del libro, editado por Nórdica, el protagonismo recae sobre intérpretes del country, y habiendo dedicado los cuatro espacios iniciales de la serie al blues y al jazz, y siendo la del lunes pasado la primera emisión centrada en el country, procede cerrar ahora el ciclo con un nuevo programa que gira sobre la más primigenia música campestre, en el que comparecerán cerca de una veintena de fantásticos y en su mayor parte desconocidos para el gran público, entre el que me cuento, representantes del género: Taylor-Griggs Louisiana Melody Makers, Carter Brothers & Son, Hoyt Floyd Ming & His Pep-Steppers, Paul Miles & His Red Fox Chasers, Roane County Ramblers, Frank Blevins & His Tar Heel Rattlers, Charlie Poole & The North Carolina Ramblers, Al Hopkins and His Buckle Busters, Fiddlin' Bob Larkin and His Music Makers, East Texas Serenaders, Dock Boggs, Fiddlin' Powers & Family, Red Patterson Piedmont Log Rollers, Weems String Band, The Leake County Revelers, Wilmer Watts And The Lonely Eagles y Crockett Kentucky Mountaineers.
Antes de cada tema seleccionado, y a modo de presentación, podréis escuchar mi lectura del breve pero enjundioso texto con el que, en el libro, Richard Nevins traza un somero esbozo de la biografía de cada uno de los protagonistas.
Robert Crumb ilustra la música olvidada de la América profunda. Pablo Martínez Pita
Robert Crumb se caracteriza por sus obsesiones. Las más destacadas: las mujeres, la política y la música. En todas ellas se muestra políticamente incorrectísimo. Es capaz de molestar a todos los sectores ideológicos por igual. Porque sus opiniones nunca son convencionales, y él tampoco se ha molestado en ocultarlo en sus viñetas. Al fin y al cabo, es el padre del cómic «underground», un estilo por definición corrosivo, irreverente y, en su caso, casi irreflexivo. Eso sí, casi cualquier autor del noveno arte actual reconoce su influencia, empezando por el gran gurú actual del medio, Art Spiegelman. En lo que respecta a la música, los razonamientos de Crumb son cercanos a los de un «talibán»: prácticamente nada que se salga de los años veinte y treinta del siglo XX merece la pena de ser escuchado.
El creador de Mr. Natural y el gato Fritz es coleccionista de discos de 78 r.p.m., tiene su propia banda –la Cheap Suit Serenaders, en la que toca el banjo y con la que publicó tres discos en los años setenta– y ha escrito sobre la vida de diferentes músicos, como Jerry Roll Morton y su extraña maldición vudú. A principios de los años ochenta comenzó a colaborar con el sello Yazoo Records, dedicado a recuperar viejas grabaciones de blues, con una serie de retratos que iban incluidos en cada disco en forma de cromos, con pequeñas biografías en el reverso escritas por el escritor especializado Stephen Calt.
Aquel proyecto fue creciendo hasta la incorporación de pioneros del jazz y el country. Esos dibujos se han reeditado en varias ocasiones, incluso en cajas recopilatorias. Ahora llega a España en forma de libro de la mano de la editorial Nórdica bajo el título «Héroes del blues, el jazz y el country», con 114 de estos retratos sacados en su mayoría de fotografías antiguas. Solo la genialidad de este gran ilustrador podía conseguir una obra de arte y evitar que su lectura resultara monótona.
El prólogo ha sido escrito por el director de cine Terry Zwigoff –autor del documental «Crumb» y de «Ghost World», «Bad Santa» y «El arte de estrangular»–, quien explica, por ejemplo, que la última serie realizada fue la dedicada al jazz, y que su luminosidad responde al hecho de que son acuarelas. Crumb se pasó a esta técnica por comodidad, no por ninguna otra causa. También comenta que lo ideal es acompañar la lectura de la obra con la audición del CD que acompaña al ejemplar, con 21 grabaciones fechadas entre 1927 y 1931 y seleccionadas por el propio ilustrador. Está divido en tres partes, uno para cada género citado. Una verdadera inmersión en los sonidos de la América profunda. Skip James, Frank Stokes, «Dock» Bogs, East Texas Serenades, la «King» Oliver’s Creole Jazz Band (con Louis Armstrong entre sus miembros), Clarence Williams o la Jelly Roll Morton’s Red Hot Peppers son algunos de los nombres que aparecen en este documento sonoro.
El mismo Crumb ha contado en alguna de sus historietas cómo, a los 17 años y a pesar de su timidez, llamaba a las puertas de las casas del sur de Estados Unidos preguntando si por casualidad allí se guardaban, en algún rincón, viejos discos acumulando polvo; y de esta manera se encontró con verdaderas joyas en vinilo que compraba por diez centavos. Así descubrió ese sonido único de los viejos bluesmen, y así comenzó su colección.
Luego llegaría su etapa en San Francisco en pleno verano del amor, sus experiencias con el LSD y sus intentos infructuosos por escuchar conciertos de rock. De forma desternillante describe esta etapa en sus viñetas y su horror al escuchar aquel «ruido».
Es cierto que es autor de una de las portadas icónicas de la música moderna, la de «Cheap Thrills» (1968), de Big Brother and de Holding Company. A pesar ser Janis Joplin, su vocalista, una inmensa cantante de blues-rock, ni siquiera Crumb muestra respeto por sus canciones. Aquello fue un encargo porque ella era su amiga y él era todo un personaje en ese mundillo hippie (con el que siempre mostró cierta distancia ética y estética). Eso sí, a raíz de aquel trabajo le llovieron peticiones para otras portadas, lo que abrió un nuevo camino. Pero desde entonces él se ha centrado sobre todo en las músicas de su gusto. Es decir, en algunos de los músicos que aparecen en este libro.
«Los chavales van, aprenden cuatro acordes con la guitarra y ganan un millón de dólares. ¡La gente tiene lavado el cerebro!», comenta un personaje de una de sus tiras. Sobre Bruce Springsteen razonó en una entrevista de 1988, recogida en el libro «R. Crumb, entrevistas y cómics» (Gallo Nero): «Demasiado profesional, demasiado elaborado, demasiado artificial. No es la voz sencilla y directa de la gente normal y corriente, que es para mí la música más emocionante».
martes, 4 de octubre de 2016
ROBERT CRUMB. ESTOY SOLO Y TRISTE
Bienvenidos una semana más a Buscando leones en las nubes que, en esta ocasión, os ofrece la quinta entrega de la serie que llevamos emitiendo desde principios de septiembre con la música de raíz norteamericana como protagonista. Así, y siempre utilizando como referencia el libro Héroes del blues, el jazz y el country, que recoge las imágenes, muy descriptivas y reveladoras, en las que Robert Crumb, el gran clásico del cómic, retrató a más de cien intérpretes pioneros en esos géneros de la música de los Estados Unidos de las primeras décadas del siglo pasado. El libro, editado por Nórdica y presentado hace unos meses en nuestro país es, además de esa magnífica recopilación del peculiar arte de Crumb, una interesante enciclopedia, ligera pero muy “apetitosa”, que nos permite conocer, aunque solo sea de manera elemental, el fecundo caudal de tradiciones, de huellas, de fuentes e influencias que están en la base de gran parte de la música estadounidense que hoy se escucha en el mundo.
En nuestros cuatro anteriores espacios nos hemos centrado, a pares, en el blues y el jazz, con dos programas para cada género, de manera que esta semana y la que viene os introduciré gustoso en el fascinante mundo del más primigenio country con treinta y tantas piezas, rescatadas en muchas ocasiones de sus carraspeantes grabaciones originales, en las interpretaciones de una serie de músicos formidables, casi todos desconocidos para mí antes de la lectura del libro, que merecen, no obstante, el recuerdo y la valoración actuales. Eck Robertson and Family, Da Costa Woltz's Southern Broadcasters, Gid Tanner and The Skillet Lickers, Fiddlin' John Carson & His Virginia Reelers, Earl Johnson & His Dixie Entertainers, The Carter Family, Fiddlin’ Doc Roberts Trio, Ted Gossett’s String Band, Jimmie Rodgers, Harry McClintock, Dr. Humphrey Bate And His Possum Hunters, Uncle Dave Macon & His Fruit-Jar Drinkers, Burnett & Rutherford, Mumford Bean & His Itawambians, The Shelor Family, Narmour W.T. & S.W. Smith y The Tennessee Ramblers son los formidables -e ignorados- intérpretes.
Entre las canciones os leeré unas muy sucintas semblanzas biográficas, escritas por Richard Nevins, que acompañan en el libro a las simpáticas y elocuentes estampas de Crumb.
Los ídolos de “pizarra” de Robert Crumb. Darío Prieto Sierra
En Ghost world, la película de Terry Zwigoff sobre el cómic de Daniel Clowes, Steve Buscemi daba vida a un coleccionista de viejos discos de pizarra: blues, swing, ragtime y country de artistas prácticamente desconocidos que sonaban a 78 revoluciones por minuto, la velocidad a la que se quedó atrapada la old-time music, la música de los viejos tiempos. La obsesión de Buscemi por esa Arcadia musical que desapareció mucho antes de que sonase el primer rock era una referencia clara al dibujante de cómics Robert Crumb. El autor de Mr. Natural y Fritz the Cat se ha mantenido firme en dos afectos a lo largo de su vida: las mujeres rotundas de piernas fuertes y la nostalgia por aquellos viejos buenos tiempos. En una de sus muchas historietas autobiográficas, Crumb recordaba cómo él -un católico blanco, temeroso, aprensivo e hipocondríaco- merodeaba por las barriadas negras pobres, aterrado, en busca de algún tesoro escondido en forma de desván lleno de pizarrosos discos. Pero su pasión no se queda ahí: aprendió a tocar el banjo y la mandolina para emular a sus ídolos e incluso formó un grupo de revival (R. Crumb & his Cheap Suit Serenaders) con el que publicó varios discos en los 70.
Una de las materializaciones de este amor de Crumb fueron las series de cromos que realizó durante los años 80 y que, al modo de las colecciones de estampitas que se regalaban antaño en los paquetes de chicles o las cajetillas de tabaco, reunían retratos de sus héroes. En vez de jugadores de béisbol o estrellas de Hollywood, el dibujante inmortalizó a pioneros del blues, el jazz y la música country, en tres series distintas realizadas en colaboración con el sello Yazoo Records, encargado de recuperar de la frágil pizarra aquellas canciones y reeditarlas en formatos más actuales. Las series, realizadas en cartulina recortada (para los músicos de blues y country) y acuarela (para los de jazz) fueron reunidas en un libro publicado en 2006 y que ahora edita en española editorial Nórdica bajo su división de cómic. El volumen viene acompañado de un CD con 21 temas de algunos de los protagonistas de las ilustraciones, grabados originalmente entre 1927 y 1931.
Crumb dibuja en estas láminas a leyendas como Louis Armstrong, Skip James, Benny Goodman, Jimmie Rodgers, Duke Ellington, Coleman Hawkins y Charlie Patton. Pero lo más interesante es el recorrido por esos rostros de quienes murieron prácticamente en el anonimato antes de que la amplificación llegase a la música, en 1935, y de que el propio Crumb llegase a este mundo, en 1943. String bands (grupos de instrumentos de cuerda, formados generalmente por guitarras, banjos y fiddles o violines usados para la música popular de raíces) de larguísimos nombres y compuestas íntegramente por blancos (alguno de los cuales se atrevía a tocar el serrucho musical) aparecen junto a jug bands (formaciones en la que, además de guitarras, se usaban instrumentos caseros, como garrafas sopladas por el cuello) de músicos negros, en un viaje que muestra la particular convivencia de razas y tradiciones sonoras en estados como Mississippi y Alabama. Las breves notas biográficas que acompañan las ilustraciones tienen apenas un par de datos, y en muchos casos ni siquiera pueden recoger una referencia de las fechas de nacimiento y muerte de los protagonistas.
El propio Zwigoff, que ha dirigido un documental sobre el dibujante (Crumb, 1994) y que tocó frecuentemente con sus Cheap Suit Serenaders, se encarga también del prólogo de esta edición, y explica el interés del artista por los músicos que se quedaron en los márgenes, en vez de por las grandes estrellas: "A Robert le gustaban esos artistas, pero aparentemente disfrutaba más homenajeando a las bandas menos conocidas. Tal vez quisiera darles un poco del merecido reconocimiento tras tantos años de anonimato. La existencia y disponibilidad de fotografías condicionó en parte a los músicos que se incluyeron. Es casi un milagro que alguien tuviera una foto de Mumford Bean and his Itawambians, un conjunto tan poco conocido que probablemente sólo haya una docena de coleccionistas acérrimos de country que conozcan el único disco de 78 r.p.m que existe de ellos y jamás reeditado".
Otro ejemplo serían Hoyt Ming and his Pep Steppers, una familia originaria de algún pueblo en torno a Tupelo (el lugar de nacimiento de Elvis Presley) que grabó una única sesión y luego volvió "a sus vidas rutinarias de trabajo y al más absoluto anonimato". Es decir, como el 90% de los grupos de la época.
En sus retratos, explica Zwigoff, Crumb se inspiró más en la música de los discos de 78 r.p.m que en las propias fotografías que tuvo a su disposición. Rostros que Crumb quiso rescatar del sumidero del olvido y hacerlos mirar a la inmortalidad.
martes, 27 de septiembre de 2016
ROBERT CRUMB. ME VAS A ECHAR DE MENOS
En este último programa del mes de septiembre continuamos con la serie que en estas primeras semanas posvacacionales estamos dedicando a un libro extraordinario, Héroes del blues, el jazz y el country, una recopilación de estampas debidas a Robert Crumb, el controvertido y sin embargo legendario dibujante de cómics, que en la pasada década de los ochenta confeccionó, para acompañar una colección de discos sobre esos tres géneros tan genuinamente norteamericanos, sus peculiares retratos de un largo centenar de músicos de los primeros años del siglo XX, figuras esenciales, aunque en muchos casos desconocidas o casi ignoradas, de la música popular estadounidense.
Esta semana, volvemos a centrarnos en el universo del jazz, con una selección de cerca de una veintena de intérpretes de ese género que registraron algunos de sus discos en las décadas de los veinte y treinta del pasado siglo. Cada pieza se acompaña con un texto preliminar de David Jasen, breves reseñas biográficas, incluidas en el libro, sobre cada uno de los músicos. James P. Johnson, Tiny Parham, Duke Ellington, Sidney Bechet con Rosemary Crawford, Freddie Keppard, Fats Waller, Muggsy Spanier & His Dixieland Band, Bennie Moten, Frank Trumbauer, Mary Lou Williams, Ernest 'Punch' Miller, Eddie South, Alex Hill, Joe Venuti con Annette Hanshaw, Fletcher Henderson, Jimmy Noone's Apex Club Orchestra y Benny Goodman son los inspirados intérpretes de los temas que suenan en el programa.
Javier Fernández de Castro. El boomeran(g). 3 de mayo de 2016
Recuerdo haber leído en diferentes lugares (sobre todo durante las entrevistas) el relato que hace Crumb de sus prolongadas y, tal y como es él, obsesivas búsquedas en polvorientos almacenes y tiendas de ignotos pueblecitos del Deep Sur en busca de discos de 78rpm grabados por músicos casi desconocidos de los años 20 a los 40. Una obsesión que le resultó altamente rentable porque, en primer lugar, le permitió sumergirse en el corazón de la América que conformó a gigantes como William Faulkner, Tennesse Williams, Flannery O´Connor, Carson McCullers, Truman Capote o Harper Lee, quienes a su vez habían estaban en la base de su propia formación. En segundo lugar, gracias a aquellos viajes interminables logró satisfacer su pasión por la música popular primitiva americana y de paso pudo acumular un capital en forma de apuntes, fotografías y documentos pero también algunos de los instrumentos que tocaron aquellos héroes anónimos y que a la vuelta de unos pocos años iban a alcanzar precios desorbitados en las salas de subastas; maletas repletas de discos de incalculable valor para los coleccionistas amantes de la música y unos cuadernos de apuntes sobre el terreno que luego le han permitido diversificarlos en forma de cromos, barajas, portadas de discos y libros gráficos, todo ello realizado con todo el cuidado y el amor del mundo porque, además de estar inmerso en una obra gráfica que ha terminado siendo una de las manifestaciones visuales que mejor reflejan el llamado “espíritu de los sesenta”, Crumb satisfacía su sempiterno amor por aquellos músicos de pueblo que sin abandonar sus profesiones de barbero, predicador o vendedor ambulante, estaban poniendo las bases de tres los estilos de música más creativos y fértiles del siglo XX, es decir, el blues, el jazz y el country. Para reflejar en términos prácticos lo que quiere decir “incalculable valor” aplicado a su obra, basta recordar que en plenos años noventa Crumb adquirió la magnífica casa que posee en el Languedoc a cambio de seis de aquellos cuadernos de apuntes realizados durante sus viajes.
Javier Fernández de Castro. El boomeran(g). 3 de mayo de 2016
Recuerdo haber leído en diferentes lugares (sobre todo durante las entrevistas) el relato que hace Crumb de sus prolongadas y, tal y como es él, obsesivas búsquedas en polvorientos almacenes y tiendas de ignotos pueblecitos del Deep Sur en busca de discos de 78rpm grabados por músicos casi desconocidos de los años 20 a los 40. Una obsesión que le resultó altamente rentable porque, en primer lugar, le permitió sumergirse en el corazón de la América que conformó a gigantes como William Faulkner, Tennesse Williams, Flannery O´Connor, Carson McCullers, Truman Capote o Harper Lee, quienes a su vez habían estaban en la base de su propia formación. En segundo lugar, gracias a aquellos viajes interminables logró satisfacer su pasión por la música popular primitiva americana y de paso pudo acumular un capital en forma de apuntes, fotografías y documentos pero también algunos de los instrumentos que tocaron aquellos héroes anónimos y que a la vuelta de unos pocos años iban a alcanzar precios desorbitados en las salas de subastas; maletas repletas de discos de incalculable valor para los coleccionistas amantes de la música y unos cuadernos de apuntes sobre el terreno que luego le han permitido diversificarlos en forma de cromos, barajas, portadas de discos y libros gráficos, todo ello realizado con todo el cuidado y el amor del mundo porque, además de estar inmerso en una obra gráfica que ha terminado siendo una de las manifestaciones visuales que mejor reflejan el llamado “espíritu de los sesenta”, Crumb satisfacía su sempiterno amor por aquellos músicos de pueblo que sin abandonar sus profesiones de barbero, predicador o vendedor ambulante, estaban poniendo las bases de tres los estilos de música más creativos y fértiles del siglo XX, es decir, el blues, el jazz y el country. Para reflejar en términos prácticos lo que quiere decir “incalculable valor” aplicado a su obra, basta recordar que en plenos años noventa Crumb adquirió la magnífica casa que posee en el Languedoc a cambio de seis de aquellos cuadernos de apuntes realizados durante sus viajes.
martes, 20 de septiembre de 2016
ROBERT CRUMB. NO TENGO A NADIE
Una semana más os damos la bienvenida a Buscando leones en las nubes, que hoy os ofrece la tercera edición centrada en Héroes del blues, el jazz y el country, el espléndido libro presentado por Nórdica hace unos meses, que recoge las semblanzas de más de un centenar de músicos de los tres estilos mencionados, intérpretes, en su gran mayoría desconocidos para el gran público aunque excelentes, que contribuyeron, en los años 20 y 30 del siglo pasado, al nacimiento y la difusión de esos géneros musicales tan genuinamente norteamericanos.
El libro cuenta como principal atractivo, más allá de la recopilación y presentación organizada de esos referentes en muchos casos ignorados en las más convencionales revisiones sobre la materia, de las excepcionales ilustraciones de Robert Crumb. Crumb, icono del cómic underground de las alternativas décadas de los sesenta y setenta, es un reconocido amante de la música de raíz estadounidense y ha llevado su pasión a la confección, en torno a 1980 de tres series de cromos o cartas o postales en los que se retratan -a partir de fotografías e ilustraciones de la época- muchos de los principales intérpretes del blues, el jazz y el country más originarios y germinales. Cerca de ciento veinte de estas estampas se incluyen en el fantástico libro que protagoniza estas nuestras emisiones de comienzo de curso.
En la sesión de esta semana, habiendo dejado atrás en los dos programas precedentes el universo del blues, nos centraremos en el ámbito del jazz, con casi una veintena de piezas pertenecientes a esos tiempos “inaugurales”, con intérpretes magníficos (muchos de ellos grandes nombres del género: Bix Beiderbecke, Coleman Hawkins, Jelly Roll Morton, Louis Armstrong, Lil Hardin Armstrong, Johnny Dodds, Eddie Lang, Junie C. Cobb, Joe King Oliver, 'Banjo' Ikey Robinson and His Bull Fiddle Band, Roy Palmer con Bob Hudson, Jack Teagarden, Jabbo Smith, Joe 'Wingy' Manone And His Club Royale Orchestra, George 'Pops' Foster, Earl Hines y Jimmy Blythe) cuya sucinta biografía, recogida en los breves apuntes de David Jasen incluidos en el libro, precede en mi lectura, a modo de austera presentación, cada uno de los temas.
martes, 13 de septiembre de 2016
ROBERT CRUMB. TODA LA NOCHE
Esta semana, el segundo de los frentes en que se desenvuelve habitualmente nuestro programa, el literario, brilla por su ausencia porque aunque todos los textos que os leeré en la emisión pertenecen a un libro, un excepcional libro, solo incurriendo en un exceso de benevolencia podríamos calificarlos de literatura, sin que ello, obviamente, desmerezca su valor.
Y es que en nuestra edición de hoy os ofrezco la segunda entrega de la serie –que se prolongará hasta bien avanzado octubre- dedicada a los orígenes de la música popular estadounidense a partir de las referencias contenidas en Héroes del blues, el jazz y el country, un magnífico volumen, editado este mismo año por Nórdica, en el que se recogen más de un centenar de dibujos de Robert Crumb, el afamado y casi legendario ya autor de cómics, que hace cuarenta años ilustró, con sus espléndidas estampas de pioneros de la música norteamericana, sendas colecciones de discos recopilatorios sobre los protagonistas -muchos de ellos desconocidos- de los inicios de los tres géneros que recoge el título del libro.
La obra está poblada de infinidad de músicos de biografías anodinas, instrumentistas sorprendentes capaces de tocar no solo el piano o la guitarra, el violín o el saxofón, sino también el serrucho, la garrafa u otros insólitos artilugios caseros, intérpretes geniales que vivieron en el anonimato, tocando en las calles, en ceremonias religiosas o en bandas populares, formando parte de agrupaciones heteróclitas, inmigrantes blancos nacidos en el siglo XIX, buenos conocedores del repertorio tradicional y de las raíces musicales de los países europeos de los que procedían, y depauperados negros, con un pasado de esclavitud a sólo escasas décadas de “distancia”, que convertían sus lamentos, nacidos de las desgracias propias y de las de su raza, en baladas melancólicas, apesadumbradas, tristísimas y resignadas -a veces, no obstante, combativas y rebeldes-, pero también en gloriosos himnos festivos.
La obra está poblada de infinidad de músicos de biografías anodinas, instrumentistas sorprendentes capaces de tocar no solo el piano o la guitarra, el violín o el saxofón, sino también el serrucho, la garrafa u otros insólitos artilugios caseros, intérpretes geniales que vivieron en el anonimato, tocando en las calles, en ceremonias religiosas o en bandas populares, formando parte de agrupaciones heteróclitas, inmigrantes blancos nacidos en el siglo XIX, buenos conocedores del repertorio tradicional y de las raíces musicales de los países europeos de los que procedían, y depauperados negros, con un pasado de esclavitud a sólo escasas décadas de “distancia”, que convertían sus lamentos, nacidos de las desgracias propias y de las de su raza, en baladas melancólicas, apesadumbradas, tristísimas y resignadas -a veces, no obstante, combativas y rebeldes-, pero también en gloriosos himnos festivos.
Todo ello, toda esta enorme riqueza musical y sociológica, antropológica y humana, cultural y moral, está encerrado en el formidable libro reseñado y del que hoy, como hace siete días, voy a extraer fragmentos referidos a músicos de blues. Los textos, al igual que en la emisión del lunes pasado, son de Stephen Calt y se limitan a escuetos apuntes biográficos sobre cada uno de los músicos (Sleepy John Estes, Cannons Jug Stompers, Memphis Jug Band, Big Bill Broonzy, Roosevelt Sykes, Blind Gary Davis, Papa Charlie Jackson, Charley Patton, Buddy Boy Hawkins, Barbecue Bob, Ed Bell, Blind Willie & Kate Mctell, Son House, Memphis Minnie, Mississippi John Hurt, Tommy Johnson, Peetie Wheatstraw y Bo Carter); unas notas someras que, sin demasiado valor en sí mismas, constituyen sin embargo un conveniente preámbulo para la degustación del tema correspondiente.
martes, 6 de septiembre de 2016
ROBERT CRUMB. TAN SOLITARIO
Bienvenidos un curso más a Buscando leones en las nubes, que hoy comienza su décimo octava temporada. Elena Villegas desde el control técnico y Alberto San Segundo como creador del espacio y dueño también de la voz con la que desde hace tanto tiempo os lo presento, os saludamos un nuevo septiembre y os invitamos a disfrutar con una serie de programas que ahora se abre y que tendrá también un cierto valor germinal, de iniciación.
Y es que a lo largo de las próximas seis semanas, y mientras las emisiones regulares de Radio Universidad de Salamanca se ponen en marcha, os ofreceremos aquí, exclusivamente en nuestro blog, un a mi juicio interesante ciclo dedicado a los orígenes de la música popular estadounidense, partiendo de un libro formidable publicado en los primeros meses de este año. Se trata de Héroes del blues, el jazz y el country, una colección de postales, retratos de artistas pioneros de los años 20 y 30 del pasado siglo, figuras destacadas -aunque muchas de ellas desconocidas- en cada uno de esos géneros musicales, dibujos debidos al genio de Robert Crumb, el gran clásico del cómic underground de los setenta.
El libro, editado con primor por Nórdica, recoge un total de ciento doce cromos -pues eso fueron en un primer momento- sobre otros tantos músicos, estampas bellísimas creadas por Crumb a partir de fotografías antiguas para acompañar e ilustrar sendas colecciones de discos -Heroes of the Blues, Early Jazz Greats y Pioneers of the Country- en las que Nick Perls, el dueño de Yazoo Records, reeditó su espléndida colección de discos de “pizarra”, en 78 r.p.m., de música tradicional norteamericana, convirtiéndolos en un formato más moderno y ofreciéndolos al público -estamos en torno a 1980- bajo la forma de LP. En el libro, cada una de las imágenes se acompaña de una breve semblanza de la figura correspondiente -cantantes callejeros, músicos aficionados, intérpretes casi desconocidos, algunos artistas consagrados, pianistas y violinistas, virtuosos del banjo o la guitarra, la trompeta o la armónica, viejas orquestas, grupos familiares, barberos y reverendos, vaqueros y ferroviarios con talento para la música-, en textos de Stephen Calt, que se ocupa de los artistas de blues, David Jasen, centrado en los de jazz, y Richard Nevins, que escribe los referentes al country.
En el espacio de esta semana y en el del lunes que viene voy a presentaros un total de treinta y seis piezas musicales, dieciocho en cada emisión -que se prolongan muy por encima de nuestra duración habitual-, escogidas del fecundo ámbito del blues de las primeras décadas del siglo pasado, unos temas que os introduciré con la lectura del sucinto texto que sobre su intérprete se recoge en el libro. Pero siendo interesantes los comentarios y estremecedoras las canciones, unos y otras no pueden disfrutarse cabalmente sin la contemplación de las magníficas ilustraciones -ingenuas, minuciosas, evocadoras, sugestivas, delicadas y entrañables- de Crumb, razón por la que os recomiendo apasionadamente la compra del libro. Seguro que no os arrepentiréis.
En la emisión que ahora os presento podéis escuchar primitivas piezas musicales, la mayor parte de las dos primeras décadas del siglo pasado, interpretadas por William Moore, Peg Leg Howell, Clifford Gibson, Blind Blake, Frank Stokes, Jaybird Coleman, Blind Willie Johnson, Leroy Carr & Scrapper Blackwell, Blind Lemon Jefferson, Fred McMullen & Curley Weaver, Whistler & His Jug Band (las “jug band”, en las que sus miembros tocaban instrumentos más o menos caseros, proliferaron en la época; en el magnífico vídeo que acompaña esta entrada podéis ver a Whistler & His Jug Band en acción, en un tema, Foldin’ Bed, que no suena en el programa), Mississippi Sheiks, Rube Lacey, Skip James, Bo Weavil Jackson, Furry Lewis, Sam Collins y Ramblin’ Thomas. que se completan con los atinados comentarios sobre sus protagonistas de, como ya he señalado, Stephen Calt.
martes, 26 de julio de 2016
RUTA 66. LAS UVAS DE LA IRA
Buscando leones en las nubes llega hoy al último programa del curso que es también el cuarto y final de la serie que durante el mes de julio hemos dedicado a la Ruta 66, la legendaria carretera estadounidense.
Esta semana, nuestra aproximación al tema se hace a partir de una obra maestra de la literatura, Las uvas de la ira, escrita por el que fuese Premio Nobel John Steinbeck y que dio pie a otro gran clásico de la historia de la cultura y el arte, la película del mismo título dirigida en 1940 por John Ford. En mi otro programa en Radio Universidad de Salamanca dediqué hace unos años una extensa y completa reseña a las diferentes manifestaciones artísticas en las que se plasmó la novela original y que podéis consultar en todosloslibrosunlibro.blogspot.com. Baste decir ahora, como preámbulo a la presente emisión -que, por cierto, se alarga bastante por encima de nuestra duración habitual, ventajas de la libertad que supone el que el programa no será radiado y sí solo emitido en internet-, que en el libro, la familia Joad, con el hijo Tom como personaje principal, se ve obligada, forzada por la sequía y las míseras condiciones de vida que impone la Gran Depresión de finales de los años veinte del siglo pasado, a abandonar su hogar en Oklahoma y lanzarse a la carretera, nuestra recurrente Ruta 66, camino al oeste, en busca del ingenuo sueño -quién sabe si la pesadilla- de California.
Del conmovedor texto del libro no he extraído los fragmentos más emotivos ni más reveladores ni los que concentran lo esencial de sus tesis, combativas y transgresoras, indignadas y reivindicativas, humanistas y defensoras de la dignidad y la justicia, de la igualdad y la solidaridad entre todos los seres humanos, sino las que, en consonancia con nuestro tema central, aluden al periplo de sus protagonistas por las áridas carreteras -en especial, como digo, la Ruta 66- que cruzan el vasto país norteamericano de costa a costa. Unas palabras que, como veréis, suenan muy actuales y fácilmente extrapolables a la situación que hoy en día viven tantos emigrantes por los caminos de Europa.
Entre los textos del libro se pueden escuchar algunas canciones, casi todas referidas a la mítica arteria, aunque otras, que no hablan expresamente de la ruta, sí se vinculan a ella por aparecer en la banda sonora de la película o constituir recreaciones posteriores en torno a la atmósfera y los personajes del libro. Sus intérpretes son Nat King Cole -espléndida, y muy distinta de las habituales, su versión de (Get your kicks on) Route 66-, Robert Johnson, Bruce Springsteen, Arlo Guthrie & Pete Seeger, Bob Seger, Ry Cooder, Hank Thompson, Chris Isaak, Elizabeth Cotten, Hank Williams, Billy Bragg & Wilco, Allison Moorer, Son Volt, Joan Baez, Ryan Adams, Waylon Jennings, Dory Previn y Woody Guthrie, que canta, como cierre a la emisión, Red River Valley, el clásico que en el film de John Ford interpreta el propio Henry Fonda, su protagonista principal.
Con su mención me despido por este curso y os emplazo hasta dentro de poco más de un mes. El 5 de septiembre volveremos con vosotros en una nueva temporada, la décimo octava ya, de Buscando leones en las nubes. Muchas gracias por vuestra amable fidelidad. Os deseo un muy buen verano y unas felices vacaciones.
La carretera 66 es la ruta principal de emigración.
La 66, el largo sendero de asfalto que atraviesa el país, ondulando suavemente sobre el mapa, de Mississippi a Bakersfield, por las tierras rojas y las tierras grises, serpenteando montaña arriba hasta cruzar las cumbres, siguiendo luego por el deslumbrante y terrible desierto hasta atravesarlo, alcanzar la nueva cordillera y llegar a los ricos valles de California. La 66 es la ruta de la gente en fuga, refugiados del polvo y de la tierra que merma, del rugir de los tractores y la disminución de sus propiedades, de la lenta invasión del desierto hacia el norte, de las espirales de viento que aúllan avanzando desde Texas, de las inundaciones que no traen riqueza a la tierra y le roban la poca que pueda tener. De todo esto huye la gente y van llegando a la 66 por carreteras secundarias, por caminos de carros y por senderos rurales trillados. La 66 es la carretera madre, la ruta de la huida.
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martes, 19 de julio de 2016
RUTA 66. ON THE ROAD
Nuestro tercer recorrido por la Ruta 66, leitmotiv de nuestros viajeros programas de julio, se centra esta semana en On the road, la ya universalmente reconocida como obra maestra de Jack Kerouac que vio la luz en 1957.
Yo leí En el camino, pues así se tituló su primera edición en español, en la versión argentina, publicada en 1959 y mil veces reeditada, de la editorial Losada. Tenía veinte escasos años y el libro me deslumbró y despertó en mí un deseo de viaje y aventura, de abandonar el confort de mi juventud de familia burguesa y lanzarme a explorar la vida, de huir de la asfixiante grisura de mi aburrida existencia de chico estudioso y ejemplar y escaparme a conocer mundo y descubrir lugares, a intimar con gentes desconocidas, a vivir experiencias que, bajo el influjo de la contagiosa energía de Kerouac, presumía reveladoras y apasionantes. Mi timidez y conservadurismo vital en aquellos años -y presentes aún hoy, aunque en menor medida, en mi personalidad- y lo estrecho de mis límites familiares y sociales reprimían esos innatos impulsos de descubrimiento y ruptura que solo se pudieron manifestar algunos años más tarde cuando, al terminar la carrera, recorrí en auto-stop (con toda su mística bohemia y viajera) gran parte de Europa. Pero de ello hace tantos años...
Dejando los nostálgicos recuerdos atrás y volviendo a nuestro presente, esta noche voy a ofreceros una significativa muestra de fragmentos de On the road, citados esta vez a partir de la primera edición de Anagrama, que mantiene el título en inglés, en la traducción de Martín Lendínez. En 2009, la misma editorial publicó una versión más completa, a partir del rollo mecanografiado original, en versión de Jaime Zulaika y de nuevo con el más ortodoxo En el camino en el título.
En la obra, Sal Paradise, alter ego del propio Kerouac, y Dean Moriarty, trasunto de su amigo, el carismático Neal Cassady, recorren Estados Unidos, (al autor usa en todo momento el pretencioso y bastante imperialista “América” para referirse a su país, y el traductor lo mantiene, y así hago yo también en mis citas) en una autobiográfica gesta viajera y existencial repleta de alcohol, drogas, sexo y jazz, en la que viven peripecias sin cuento, y experimentan excesos, decepciones, viajes iniciáticos, fracasos y éxtasis, en la narración canónica del mundo beatnik y precursora del hippismo y la contracultura, palpables no solo en los textos que he elegido sino también muy presentes en las canciones que con las carreteras en general y la Ruta 66 en particular como escenario acompañan mi selección (Chuck Berry, The Byrds, Bruce Springsteen, Family of the year, Tom Petty, Mark Lanegan, Breeders –cuyo tema Drivin’ on 9 aparece en el estupendo vídeo que acompaña este comentario, en el que se “ensamblan” escenas de distintas películas de carretera-, Led Zeppelin, The Modern Lovers, Pink Floyd, Roger Miller, Johnny Cash, Jimmy Walker, Roger McGuinn, The Jayhawks y Kris Kristofferson son sus destacados intérpretes).
Y es que en ese permanente transitar de nuestros protagonistas por los caminos del vasto país norteamericano, la Ruta 66 tiene, obviamente, una importante presencia en el libro.
Sal Paradise/Jack Kerouac confiesa de entrada la atracción que despierta en él el poderoso magnetismo de su amigo: Dean subió a un autobús que decía Chicago y se perdió en la noche. Allí se iba nuestro amigo pendenciero. Me prometí seguirle en cuanto la primavera floreciese de verdad y abriera el país. Y así fue como realmente se inició toda mi experiencia en la carretera, y las cosas que pasaron son demasiado fantásticas para no contarlas. El presente programa constituye un modesto intento de trasladaros el espíritu de esas cosas fantásticas que pueden suceder en la carretera.
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martes, 12 de julio de 2016
RUTA 66. COCHES, MOTELES Y CANCIONES DE PELÍCULA
Bienvenidos a la segunda emisión que Buscando leones en las nubes dedica en este julio viajero a la mítica Ruta 66. Una semana más os invitamos a compartir con nosotros este apasionante viaje por una carretera legendaria que pertenece a la iconografía más reconocible de unos universales Estados Unidos, fecunda fuente de inspiración en la literatura, la música y el cine.
Esta semana el elemento que sirve de organizador a nuestro periplo es un libro, un interesantísimo libro que publicó el verano pasado la editorial Lunwerg. Con un diseño espléndido y en un volumen formalmente muy atractivo, con profusión de fotos e imágenes varias, carteles y gráficos, mapas, carátulas de discos y carteles de películas, Ruta 66. Coches, moteles y canciones de película, escrito por María Adell y Pau Llavador, es una magnífica guía de viajes, una extraordinaria y amena base de datos, una muy vistosa colección de anécdotas y, sobre todo, un extenso y bien documentado trabajo sobre los principales referentes de la carretera que atraviesa los Estados Unidos de costa a costa.
Siguiendo la lógica de las road movies, el excepcional volumen se adentra en el universo de las películas de carretera, un singular microcosmos -en cierto modo emblema de la vida fuera de las rutas- hecho de moteles y diners, de desiertos y gasolineras abandonadas, de resplandecientes automóviles de atractivos y anacrónicos diseños y letreros de neón, de pueblos fantasma y erráticas bolas rodantes de matojo arrastradas por el viento, entre los que aparecen infinidad de elementos, personajes, canciones, películas u objetos que se han convertido en representativos iconos, definitorios del estilo de vida netamente norteamericano.
En ese viaje figurado, que invierte la trayectoria “natural” de la famosa ruta, que empezaba en el Chicago inicial y llegaba hasta Los Ángeles, orden que, no obstante, será el que yo siga en la emisión, comparecen medio centenar de canciones (casi todas las cuales "nutren" estas cuatro emisiones) que o bien aluden directamente a la carretera o bien pertenecen a bandas sonoras de cintas en las que los escenarios recorridos son protagonistas. De entre todas ellas he escogido esta semana una docena de temas, casi todos clásicos muy reconocibles por cualquier oyente medianamente interesado en el género, interpretados por The Rolling Stones, Sufjan Stevens, Neil Young, Talking Heads, Woody Guthrie, The Eagles, Steppenwolf, Robert Plant con Allison Krauss, Bob Dylan, James Taylor, The Doors y Randy Newman.
Acompañando a las canciones os ofrezco textos entresacados del libro, que son, a su vez, fragmentos de obras literarias, letras de canciones o frases de películas. Sus autores son Bobby Troup (autor de (Get your kicks on) The Route 66, quizá la canción más representativa de esa carretera de leyenda; un tema que ya apareció, en la versión de su autor, hace siete días y que abrirá los diferentes programas -el de esta semana en la interpretación de los Rolling Stones- de esta peculiar serie viajera de Buscando leones en las nubes), y también de Sufjan Stevens, Neil Young, Jack Kerouac (que va a protagonizar la emisión del lunes que viene), Woody Guthrie, Vladimir Nabokov, Mars Bonfire, Hunter S. Thompson, Cormac McCarthy, James Taylor, Charles Portis y John Fante.
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