martes, 11 de octubre de 2016
ROBERT CRUMB. REZA UNA PLEGARIA
Esta semana Buscando leones en las nubes se centra, por sexta ocasión consecutiva, en un libro altamente recomendable, Héroes del blues, el jazz y el country, en el que la editorial Nórdica presentó, a principios de este 2016, una completa recopilación de imágenes de Robert Crumb en las que el veterano dibujante representó, en los primeros ochenta del pasado siglo, a algunos -muchos en realidad, más de un centenar- de los más destacados artistas de las etapas originarias de esos géneros en la Norteamérica de hace ahora cien años.
En la tercera sección del libro, editado por Nórdica, el protagonismo recae sobre intérpretes del country, y habiendo dedicado los cuatro espacios iniciales de la serie al blues y al jazz, y siendo la del lunes pasado la primera emisión centrada en el country, procede cerrar ahora el ciclo con un nuevo programa que gira sobre la más primigenia música campestre, en el que comparecerán cerca de una veintena de fantásticos y en su mayor parte desconocidos para el gran público, entre el que me cuento, representantes del género: Taylor-Griggs Louisiana Melody Makers, Carter Brothers & Son, Hoyt Floyd Ming & His Pep-Steppers, Paul Miles & His Red Fox Chasers, Roane County Ramblers, Frank Blevins & His Tar Heel Rattlers, Charlie Poole & The North Carolina Ramblers, Al Hopkins and His Buckle Busters, Fiddlin' Bob Larkin and His Music Makers, East Texas Serenaders, Dock Boggs, Fiddlin' Powers & Family, Red Patterson Piedmont Log Rollers, Weems String Band, The Leake County Revelers, Wilmer Watts And The Lonely Eagles y Crockett Kentucky Mountaineers.
Antes de cada tema seleccionado, y a modo de presentación, podréis escuchar mi lectura del breve pero enjundioso texto con el que, en el libro, Richard Nevins traza un somero esbozo de la biografía de cada uno de los protagonistas.
Robert Crumb ilustra la música olvidada de la América profunda. Pablo Martínez Pita
Robert Crumb se caracteriza por sus obsesiones. Las más destacadas: las mujeres, la política y la música. En todas ellas se muestra políticamente incorrectísimo. Es capaz de molestar a todos los sectores ideológicos por igual. Porque sus opiniones nunca son convencionales, y él tampoco se ha molestado en ocultarlo en sus viñetas. Al fin y al cabo, es el padre del cómic «underground», un estilo por definición corrosivo, irreverente y, en su caso, casi irreflexivo. Eso sí, casi cualquier autor del noveno arte actual reconoce su influencia, empezando por el gran gurú actual del medio, Art Spiegelman. En lo que respecta a la música, los razonamientos de Crumb son cercanos a los de un «talibán»: prácticamente nada que se salga de los años veinte y treinta del siglo XX merece la pena de ser escuchado.
El creador de Mr. Natural y el gato Fritz es coleccionista de discos de 78 r.p.m., tiene su propia banda –la Cheap Suit Serenaders, en la que toca el banjo y con la que publicó tres discos en los años setenta– y ha escrito sobre la vida de diferentes músicos, como Jerry Roll Morton y su extraña maldición vudú. A principios de los años ochenta comenzó a colaborar con el sello Yazoo Records, dedicado a recuperar viejas grabaciones de blues, con una serie de retratos que iban incluidos en cada disco en forma de cromos, con pequeñas biografías en el reverso escritas por el escritor especializado Stephen Calt.
Aquel proyecto fue creciendo hasta la incorporación de pioneros del jazz y el country. Esos dibujos se han reeditado en varias ocasiones, incluso en cajas recopilatorias. Ahora llega a España en forma de libro de la mano de la editorial Nórdica bajo el título «Héroes del blues, el jazz y el country», con 114 de estos retratos sacados en su mayoría de fotografías antiguas. Solo la genialidad de este gran ilustrador podía conseguir una obra de arte y evitar que su lectura resultara monótona.
El prólogo ha sido escrito por el director de cine Terry Zwigoff –autor del documental «Crumb» y de «Ghost World», «Bad Santa» y «El arte de estrangular»–, quien explica, por ejemplo, que la última serie realizada fue la dedicada al jazz, y que su luminosidad responde al hecho de que son acuarelas. Crumb se pasó a esta técnica por comodidad, no por ninguna otra causa. También comenta que lo ideal es acompañar la lectura de la obra con la audición del CD que acompaña al ejemplar, con 21 grabaciones fechadas entre 1927 y 1931 y seleccionadas por el propio ilustrador. Está divido en tres partes, uno para cada género citado. Una verdadera inmersión en los sonidos de la América profunda. Skip James, Frank Stokes, «Dock» Bogs, East Texas Serenades, la «King» Oliver’s Creole Jazz Band (con Louis Armstrong entre sus miembros), Clarence Williams o la Jelly Roll Morton’s Red Hot Peppers son algunos de los nombres que aparecen en este documento sonoro.
El mismo Crumb ha contado en alguna de sus historietas cómo, a los 17 años y a pesar de su timidez, llamaba a las puertas de las casas del sur de Estados Unidos preguntando si por casualidad allí se guardaban, en algún rincón, viejos discos acumulando polvo; y de esta manera se encontró con verdaderas joyas en vinilo que compraba por diez centavos. Así descubrió ese sonido único de los viejos bluesmen, y así comenzó su colección.
Luego llegaría su etapa en San Francisco en pleno verano del amor, sus experiencias con el LSD y sus intentos infructuosos por escuchar conciertos de rock. De forma desternillante describe esta etapa en sus viñetas y su horror al escuchar aquel «ruido».
Es cierto que es autor de una de las portadas icónicas de la música moderna, la de «Cheap Thrills» (1968), de Big Brother and de Holding Company. A pesar ser Janis Joplin, su vocalista, una inmensa cantante de blues-rock, ni siquiera Crumb muestra respeto por sus canciones. Aquello fue un encargo porque ella era su amiga y él era todo un personaje en ese mundillo hippie (con el que siempre mostró cierta distancia ética y estética). Eso sí, a raíz de aquel trabajo le llovieron peticiones para otras portadas, lo que abrió un nuevo camino. Pero desde entonces él se ha centrado sobre todo en las músicas de su gusto. Es decir, en algunos de los músicos que aparecen en este libro.
«Los chavales van, aprenden cuatro acordes con la guitarra y ganan un millón de dólares. ¡La gente tiene lavado el cerebro!», comenta un personaje de una de sus tiras. Sobre Bruce Springsteen razonó en una entrevista de 1988, recogida en el libro «R. Crumb, entrevistas y cómics» (Gallo Nero): «Demasiado profesional, demasiado elaborado, demasiado artificial. No es la voz sencilla y directa de la gente normal y corriente, que es para mí la música más emocionante».
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