martes, 22 de diciembre de 2020


LAS TEJEDORAS DE HISTORIAS 

Bienvenidos la última emisión de la serie de cuatro que estamos dedicando a la lectura en Buscando leones en las nubes. Pensado inicialmente para salir al aire con ocasión de las diversas celebraciones relativas al libro que entre abril y mayo tienen lugar naturalmente, tanto en nuestra ciudad como en el resto de España, y pospuesto a causa de la desgraciada excepcionalidad de la epidemia, desde hace tres semanas hemos recuperado el ciclo “lector” del programa, que hoy llega a su fin. 

Siendo, pues, los libros y el acto de leer la excusa para organizar en torno a ella esta serie libresca, su núcleo central lo constituye un ensayo excepcional, muy interesante y entretenido, muy riguroso y a la vez apasionante desde el punto de vista narrativo. Se trata de El infinito en un junco, una investigación formidable, un recorrido exhaustivo y arrebatador por la historia del libro, anclado, de manera primordial, en la cultura grecorromana. Su autora, Irene Vallejo, filóloga de formación, se ha convertido en los últimos meses en referente inexcusable de la cultura de nuestro país, con constantes apariciones en los medios de comunicación, colaboraciones habituales en la prensa escrita y, sobre todo, reiteradas reediciones de su exitosa obra. El próximo miércoles, 23 de diciembre, os ofreceré en Todos los libros un libro, mi otro espacio en Radio Universidad de Salamanca, una reedición de mi reseña del deslumbrante ensayo, que había aparecido por primera vez el 22 de abril de este mismo año, en una emisión no radiada. El infinito en un junco acaba de obtener, hace unas semanas, el Premio Nacional de Ensayo, y es, a mi juicio, el libro más interesante de cuantos he leído en mucho tiempo. 

Nueve fragmentos entresacados del libro integran el Buscando leones en las nubes de esta noche, textos que incluyen agudas reflexiones sobre la lectura, breves semblanzas de personajes históricos vinculados a los libros, comentarios sobre la oralidad y la escritura, poemas, glosas de obras literarias y algún sustancioso acercamiento al papel de la mujer en la creación y el mantenimiento en el tiempo de las historias que entre todos nos contamos generación tras generación. 

Complementando las palabras de Irene Vallejo aparecen una serie de preciosas canciones, muy propicias, por su atmósfera de intimidad y recogimiento, para disfrutar de la profundidad de los textos. Sus intérpretes son Claudette King, Pete Seeger, Agnes Obel, Michael Kiwanuka, Lura, Tindersticks, Eddi Reader, Enzo Avitabile con Randy Crawford y Sophie Zelmani, que cierra el programa con la intensa Leaving, ya radiada en alguna otra ocasión en nuestro espacio. 

Con la enumeración de las referencias musicales que han integrado la banda sonora de esta postrera emisión del año, me despido hasta dentro de tres semanas, en concreto hasta el 11 de enero de 2021, en que retomaremos la programación tras las vacaciones de Navidad. Os deseo a todos unas felices fiestas y un 2021 en el que podamos dejar atrás la tristeza, el dolor y el sufrimiento que nos ha traído, en mayor o menor medida, este aciago 2020 que ya, afortunadamente termina. 


La historia de la literatura empieza de forma inesperada. El primer autor del mundo que firma un texto con su propio nombre es una mujer. 
Mil quinientos años antes de Homero, Enheduanna, poeta y sacerdotisa, escribió un conjunto de himnos cuyos ecos resuenan todavía en los Salmos de la Biblia. Los rubricó con orgullo. Era hija del rey Sargón I de Acad, que unificó la Mesopotamia central y meridional en un gran imperio, y tía del futuro rey Naram-Sim. Cuando los estudiosos descifraron los fragmentos de sus versos, perdidos durante milenios y recuperados solo en el siglo XX, la apodaron «la Shakespeare de la literatura sumeria», impresionados por su escritura brillante y compleja. «Lo que yo he hecho nadie lo hizo antes», escribe Enheduanna. También le pertenecen las más antiguas notaciones astronómicas. Poderosa y audaz, se atrevió a participar en la agitada lucha política de su época, y sufrió por ello el castigo del exilio y la nostalgia. Sin embargo, nunca dejó de escribir cantos para Inanna, su divinidad protectora, señora del amor y de la guerra. En su himno más íntimo y recordado, revela el secreto de su proceso creativo: la diosa lunar visita su hogar a medianoche y la ayuda a «concebir» nuevos poemas, «dando nacimiento» a versos que respiran. Es un suceso mágico, erótico, nocturno. Enheduanna fue —que sepamos— la primera persona en describir el misterioso parto de las palabras poéticas.

Las tejedoras de historias

martes, 15 de diciembre de 2020


ANIMALES QUE FABULAN 
 
Una semana más sale a vuestro encuentro Buscando leones en las nubes, el programa de música y literatura de la noche de los lunes en Radio Universidad de Salamanca, dirigido y presentado por Alberto San Segundo. Hoy llegamos a la tercera entrega de la serie centrada en la lectura y que originariamente estaba enmarcada entre dos celebraciones relativas al libro, el Día del Libro, el pasado 23 de abril, y la Feria del Libro, que debería haberse celebrado en nuestra ciudad entre el 9 y el 17 de mayo. Suspendidos ambos acontecimientos a causa del estado de alarma y de la excepcionalidad que el coronavirus ha supuesto en estos últimos meses, e interrumpidas también las emisiones de nuestro espacio, desde hace quince días hemos podido retomar el ciclo, que se adentra esta noche, como digo, en su tercera edición. 

En todos los programas de esta libresca serie tenemos como centro y motivo principal un ensayo extraordinario, El infinito en un junco, en el que una joven escritora y filóloga, Irene Vallejo, explora las innumerables facetas en las que se desenvuelve el universo de los libros y la lectura partiendo de su profundo conocimiento de las culturas griega y romana. Si estáis interesados en una mayor información sobre la muy sugerente obra os invito a consultar el blog de Todos los libros un libro, mi otro programa en esta emisora, la universitaria salmantina, en el que hace algunos meses presenté una completa reseña sobre el deslumbrante trabajo de la aragonesa. 

En el espacio de esta noche os dejo nueve fragmentos del apasionante estudio, en los que su objeto principal se examina desde perspectivas muy variadas: reflexiones genéricas sobre el valor de la lectura, experiencias personales de la propia autora, glosas de otros libros, anécdotas y curiosidades relativas a la invención y la historia de los libros y comentarios variados sobre reveladores episodios de su asombroso desarrollo a lo largo de los siglos. 

Complementando la intensidad de los textos sonarán nueve canciones, elegidas, como siempre, con la voluntad de crear un ámbito propicio a la reflexión y el disfrute, que facilite la degustación de las sugestivas palabras de Irene Vallejo y que, en definitiva, os permita participar de su belleza. Sus intérpretes son Ben Watt, Julia Biel, Van Morrison, Stacey Kent, Richard Hawley, Jill Sobule con Nicholas Ford, Devendra Banhart, Andrea Motis y el legendario arpista bretón Alan Stivell y la mucho más joven pero igualmente brillante cantante maliense Fatoumata Diawara, unidos en una magnética conjunción. 


Somos los únicos animales que fabulan, que ahuyentan la oscuridad con cuentos, que gracias a los relatos aprenden a convivir con el caos, que avivan los rescoldos de las hogueras con el aire de sus palabras, que recorren largas distancias para llevar sus historias a los extraños. Y cuando compartimos los mismos relatos, dejamos de ser extraños. 

Hay algo asombroso en el hecho de haber conseguido preservar las ficciones urdidas hace milenios. Desde que alguien narró por primera vez la Ilíada, las peripecias del viejo duelo entre Aquiles y Héctor en las playas de Troya nunca han caído en el olvido. Como escribe Harari, un sociólogo arcaico que hubiera vivido hace 20.000 años, bien pudiera haber llegado a la conclusión de que la mitología tenía muy pocas posibilidades de sobrevivir. Al fin y al cabo, ¿qué es un cuento? Una secuencia de palabras. Un soplo. Una corriente de aire que sale de los pulmones, atraviesa la laringe, vibra en las cuerdas vocales y adquiere su forma definitiva cuando la lengua acaricia el paladar, los dientes o los labios. Parece imposible salvar algo tan frágil. Pero la humanidad desafió la soberanía absoluta de la destrucción al inventar la escritura y los libros. Gracias a esos hallazgos, nació un espacio inmenso de encuentro con los otros y se produjo un fantástico incremento en la esperanza de vida de las ideas. De alguna forma misteriosa y espontánea, el amor por los libros forjó una cadena invisible de gente —hombres y mujeres— que, sin conocerse, ha salvado el tesoro de los mejores relatos, sueños y pensamientos a lo largo del tiempo. 

Esta es la historia de una novela coral aún por escribir. El relato de una fabulosa aventura colectiva, la pasión callada de tantos seres humanos unidos por esta misteriosa lealtad: narradoras orales, inventores, escribas, iluminadores, bibliotecarias, traductores, libreras, vendedores ambulantes, maestras, sabios, espías, rebeldes, viajeros, monjas, esclavos, aventureras, impresores. Lectores en sus clubs, en sus casas, en cumbres de montaña, junto al mar que ruge, en las capitales donde la energía se concentra y en los enclaves apartados donde el saber se refugia en tiempos de caos. Gente común cuyos nombres en muchos casos no registra la historia. Los olvidados, las anónimas. Personas que lucharon por nosotros, por los rostros nebulosos del futuro.

Animales que fabulan

martes, 8 de diciembre de 2020


DE UNA FORMA MISTERIOSA 

Buscando leones en las nubes os ofrece esta semana, en una edición apretadísima del programa, la segunda emisión de la serie en la que, desde hace siete días, recuperamos el proyecto previsto para las jornadas en las que debían celebrarse Día del libro y la Feria del libro de Salamanca. El ciclo, pospuesto en su momento como consecuencia del impacto de la crisis del coronavirus, surge como un homenaje a la lectura y los libros. El centro de los cuatro programas es una obra excepcional, un deslumbrante y muy sugestivo ensayo en el que su autora, la filóloga Irene Vallejo, examina, en un itinerario adictivo recorrido con una erudición, una inteligencia y una potencia narrativa formidables, toda cuanta dimensión de la historia del libro podamos imaginar, a partir, fundamentalmente, de una muy documentada y sabia indagación en la antigüedad grecorromana. 

En mi otro espacio en Radio Universidad de Salamanca, Todos los libros un libro, presenté hace algunos meses mi reseña de El infinito en un junco -pues ese es el título de la obra de Vallejo-, un comentario que podéis consultar en el blog del programa, lo que me permite cerrar ahora este prólogo con una muy breve mención al enfoque que guía la presente emisión. 

Son nueve los fragmentos del libro, casi todos bastante extensos, los que integran mi propuesta de ahora. En ellos, imbricados con retazos de la historia de Grecia y Roma, aparecen recuerdos personales, referencias de lecturas, relatos sobre librerías, anécdotas sobre el mundo del libro, reflexiones sobre el impacto de la tecnología en nuestras mentes y, en general, fascinantes historias sobre las muchas manifestaciones del acto de leer a lo largo del tiempo. 

Entre los muy interesantes textos suenan algunas preciosas canciones, todas con el tono de recogimiento y dulzura, de belleza y sensibilidad que caracterizan nuestra habitual oferta musical, interpretadas por Bonnie “Prince” Billy, Emily Mure, Ingrid St-Pierre, The Cowboy Junkies, Ann Ducros, Asa, Oum, Jodymoon y Luisa Sobral. 


Los libros no han perdido del todo ese primitivo valor que tuvieron en Roma, la sutil capacidad de trazar un mapa de los afectos y las amistades. Cuando unas páginas nos conmuevan, un ser querido será el primero a quien hablaremos de ellas. Al regalar una novela o un poemario a alguien que nos importa, sabemos que su opinión sobre el texto se reflejará sobre nosotros. Si un amigo, una amada o un amante coloca un libro en nuestras manos, rastreamos sus gustos y sus ideas en el texto, nos sentimos intrigados o aludidos por las líneas subrayadas, iniciamos una conversación personal con las palabras escritas, nos abrimos con mayor intensidad a su misterio. Buscamos en su océano de letras un mensaje embotellado para nosotros. 

Cuando apenas se conocían, mi padre le regaló a mi madre un ejemplar de Trilce, los poemas de juventud de César Vallejo. Tal vez nada de lo que sucedió después hubiera sido posible sin la emoción que esos versos despertaron. Ciertas lecturas son una forma de derribar barreras, ciertas lecturas nos recomiendan al desconocido que las ama. No tengo parentesco con el prodigioso César Vallejo, pero lo he injertado en mi árbol genealógico. Igual que mis remotos bisabuelos, el poeta fue necesario para que yo existiera. 

A pesar del empuje de la mercadotecnia, los blogs y las críticas, las cosas más bellas que hemos leído se las debemos casi siempre a un ser querido —o a un librero convertido en amigo—. Los libros nos siguen uniendo y anudando de una forma misteriosa.

 
De una forma misteriosa

martes, 1 de diciembre de 2020


EL INFINITO EN UN JUNCO 
 
Esta semana, y las tres próximas, vamos a recuperar una idea que estaba pensada para su plasmación en cuatro espacios que iban a salir al aire entre los pasados meses de abril y mayo. El cierre forzoso de Radio Universidad de Salamanca, interrumpidas las emisiones desde el 13 de abril por culpa de los padecimientos causados por el atroz coronavirus, me obligó a posponer sine die los programas, que recupero ahora con la presentación de la propuesta de esta noche, inicialmente prevista para la del lunes 20 de abril. 

Entonces, con el Día del libro, que debía celebrarse tres días después, apuntando en el horizonte inmediato, había decidido empezar una serie con el libro como protagonista principal y que pensaba prolongar hasta la Feria del libro de Salamanca que, a celebrar entre el 9 y el 17 de mayo, hubiera debido llegar este año a su cuadragésima edición. 

Siguiendo, pues, la pauta que entonces marcaba vamos también ahora, con el retraso inevitable, a hacer girar las distintas emisiones del breve ciclo sobre una obra magnífica, un apasionante ensayo que desde su aparición en la segunda mitad de 2019 no para de acumular premios, concitar el elogio de los críticos y ampliar el número de sus lectores, multiplicando las ediciones. Se trata de El infinito en un junco, el exhaustivo repaso que hace su autora, Irene Vallejo, del vasto universo de los libros y la lectura, a partir de su erudita, bien documentada y deslumbrante indagación en las culturas griega y romana, tal y como puede deducirse del significativo subtítulo del volumen, La invención de los libros en el mundo antiguo

A finales de abril, en mi otra “ventana” en Radio Universidad de Salamanca, Todos los libros un libro, os ofrecí una completa reseña del ensayo, que, aparte de proporcionar a quien se adentre en sus páginas una gozosa experiencia lectora, está llamado a convertirse en una obra de referencia en la materia. Buena prueba de ello es el que, hace apenas unas semanas, la apasionante obra haya sido galardonada con el Premio Nacional de Ensayo correspondiente a 2020. Os invito a consultar el blog del programa y leer en él mi comentario, lo que me evita tener que prolongar mucho más esta presentación. Baste deciros ahora que de entre las casi quinientas intensas, espléndidas y sustanciosas páginas del libro he entresacado infinidad de fragmentos, algunos bellísimos, muchos llenos de emoción y entusiasmo, todos interesantes, de los que os ofreceré una larga treintena en el conjunto de programas de la serie. 

En el caso de esta noche son nueve los largos textos seleccionados, que se vinculan sin excepción con nuestro tema central, bien sea a través de anécdotas relativas a la historia de la creación de la Biblioteca de Alejandría, o reflexiones sobre los rituales de la lectura en la antigüedad, como mediante la descripción de estampas de la vida cotidiana del siglo X antes de Cristo en las que se muestran los usos del libro en la época, la presentación de modernas teorías psicológicas sobre la repercusión de internet en nuestra memoria, las apreciaciones sobre el significado y el valor de la lectura o, sobre todo, la evocación de algunos emotivos recuerdos infantiles de la propia autora en los que los libros desempeñan un papel fundamental. 

Entre los generalmente extensos textos de Irene Vallejo aparecen algunas preciosas canciones, muy recogidas e intimistas, versiones, en algunos casos, de clásicos bien conocidos, que espero complementen de manera idónea la profundidad de los fragmentos que os leeré. Su interpretación corresponde a Celeste, James Taylor, Silje Nergaard, Corinne Bailey Rae, Vince Gill con Chris Botti, Mina con Ivano Fossati, Joan Shelley, Cæcilie Norby y Adriana Lua, que cierra el programa con una estupenda versión que hace Adriana Lua de Vambora, un título mayor del repertorio de Adriana Calcanhoto.

 
El infinito en un junco

martes, 24 de noviembre de 2020


SE ESTÁ SOLO 
 
Desde hace casi un mes, nuestro programa os está ofreciendo una serie, la de hoy es la cuarta y última entrega, dedicada a celebrar, de un modo quizá algo inmodesto, la para mí gozosa llegada de Buscando leones en las nubes a sus setecientas ediciones. Con esa excusa he querido presentaros un ciclo que rescata alguno de los mejores momentos, por así decirlo, de esa ya muy dilatada trayectoria. 

En las semanas precedentes recuperábamos fragmentos literarios extraídos de obras que, o bien habían aparecido en anteriores emisiones, o bien habían sido objeto de alguna reseña o comentario en mi otro programa de Radio Universidad de Salamanca, Todos los libros un libro. Se trataba, en todos los casos, de textos algo tristes, con un tono melancólico, pero llenos de encanto y sensibilidad, en una pauta habitual de nuestro espacio. 

Esta noche mantenemos la misma voluntad de bucear en la ya muy amplia fonoteca de Buscando leones en las nubes, aunque en esta ocasión el objeto de la búsqueda ha sido la poesía, de tal manera que en la próxima hora escucharéis mi lectura, siempre mejorable, de una docena de poemas, también tocados por una suerte de lúcida desesperanza, aunque, como en los textos de las anteriores entregas de la serie, rezumando belleza y verdad. Los títulos de los poemas y sus autores son: Etapas, de Ana Ajmátova; El mejor momento del día, escrito por Raymond Carver; Variaciones sobre la tristeza, de Jesús Aguado; El sabio, obra de Benjamín Prado; Sueños de una noche de verano, del maestro Joan Margarit; Amor secreto, escrito por Kirmen Uribe; Carpe diem, de Juan Carlos Mestre; el emotivo Cuando seas una anciana, de William Butler Yeats; Lívida luz, obra de Abelardo Linares; Recuerdo, versos felices de la casi siempre angustiada Anne Sexton; Incredulidad, escrito por Jorge Riechmann; y Se está solo, un poema intenso y desgarrado, ambas notas marca de la casa de Idea Vilariño. 

Entre ellos, y siguiendo la pauta que marcamos al comienzo del breve ciclo y que me llevó a dar el protagonismo musical en cada programa a alguno de los instrumentos esenciales del jazz, suenan otras tantas canciones en las que, tras el piano, el saxo y la trompeta de los lunes anteriores, será la voz, la profunda e inolvidable voz de Johnny Hartman, la que pondrá el contrapunto sonoro a los poemas leídos. 

 
Se está solo 

Solo como un perro 
como un ciego un loco 
como una veleta girando en su palo 
solo solo solo 
como un perro muerto 
como un santo un casto 
como una violeta 
como una oficina de noche 
cerrada 
incomunicada 
no llegará nadie 
no pensará nadie en su especie de muerte 
no llamará nadie 
nadie escucharía sus gritos de auxilio 
nadie nadie nadie 
no le importa a nadie. 
Como una oficina o un santo o un palo 
incomunicado 
solo como un muerto en su caja doble 
golpeando la tapa y aullando 
y en casa 
los deudos ingieren neurosom y tilo 
y por fin se acuestan 
y al otro la muerte le tapa la boca 
se calla se muere y le arrecia la noche 
solo como un muerto como un perro 
como una veleta girando en su palo 
solo solo solo. Idea Vilariño

Se está solo

martes, 17 de noviembre de 2020


UNA ARMONÍA DURADERA 

Buscando leones en las nubes os ofrece esta semana el tercer programa de la serie de cuatro que, con ocasión de la llegada del espacio a sus setecientas emisiones, estamos dedicando desde hace quince días a la celebración del modesto pero para mí, Alberto San Segundo, orgulloso artífice de la criatura, muy satisfactorio logro. Como en las dos ediciones precedentes, esta noche vuelvo a ofreceros una selección de textos, algunos emitidos en nuestra muy larga trayectoria y otros recogidos de obras reseñadas en mi otro programa de Radio Universidad de Salamanca, Todos los libros un libro
Se trata de fragmentos bellísimos, casi todos algo tristes, tocados de esa atmósfera de nostalgia y melancolía que tan bien define las mejores propuestas de Buscando leones en las nubes. Los libros y los autores escogidos son los siguientes: Las historias gallegas, de Álvaro Cunqueiro; El teorema de Almodóvar, de Antoni Casas Ros; Tokyo Blues, quizá el primer libro de Haruki Murakami con repercusión mundial; Respiración artificial, del maestro Ricardo Piglia; La elegancia del erizo, la muy elegante y muy francesa novela filosófica de Muriel Barbery; La vista desde Castle Rock, una muestra más, de las muchas que atesora en su trayectoria literaria, del talento y la sensibilidad de Alice Munro; El mapa de la vida, de un magnífico escritor, traductor y editor español, Adolfo García Ortega; La hija del Este, descarnada novela de Clara Usón; y Aromas, el libro misceláneo del casi siempre conmovedor Philip Claudel. 

Entre ellos, y siguiendo con el hilo conductor que enlaza nuestra oferta musical de las últimas semanas, centradas con carácter monográfico en distintos instrumentos e intérpretes de jazz, suenan una serie de magníficas piezas, en general baladas, standards y temas más o menos clásicos, a cargo de la trompeta de Miles Davis. Una trompeta que esta vez se mostrará delicada e intimista, en una sola de las manifestaciones, y no la menos destacada, de entre las muchas y muy variadas en las que se expresó el genial artista estadounidense. 


Salgo de la noche con la sorpresa de seguir vivo. Con el paso de los años, empiezo a ver ese momento cotidiano como la renovación de una frágil prórroga. Temo que una noche se acabe y, al acostarme, apagar la luz y besar a la mujer a la que quiero, sea la última vez que haga esas cosas habituales. No es miedo a morir, sino más bien pánico a no vivir más, es decir, a emprender solo caminos desconocidos, ya sea el de la muerte, del que nada sabemos, pero que imagino como un callejón sobre cuyas dimensiones no podrán informarme ni mis inoperantes sentidos ni mi conciencia, irremisiblemente apagada; ya sea el de la vida, pero la vida sin la presencia de mi amada, que sería entonces una existencia cercenada, mutilada, sanguinolenta. Así que, cuando me despierto y poco a poco retomo mi lugar en el somnoliento mundo, en el corazón de la mañana y de la luz naciente, mis manos van como imantadas a acariciar el cuerpo que descansa junto al mío, mientras siento el calor y oigo la lenta respiración de ese cuerpo, que sigue sumido en el sueño sin sospechar que yo acabo de abandonarlo; me acurruco a su lado, piel contra piel, sumergiéndome en la tibieza nocturna de las sábanas y de la tela, más fina y liviana, del camisón que lo cubre, dejando a la vista hombros, brazos y el nacimiento del pecho, por el que mis dedos se deslizan para sentir la vida y los latidos de la sangre. Son instantes de la más pura intimidad, de un amor que no necesita palabras para expresarse. Los olores de los cuerpos de quienes se aman y han compartido las horas nocturnas, aunque separados por su solitario sueño, tienen mucho que ver con los que flotan en esos cuentos de hadas en los que una princesa encantada aguarda el beso de su príncipe para despertar. Lo que percibo es el calor de la vida en hibernación, restaurada por un descanso que ha relajado el cuerpo, que lo ha distendido como a una suave tela de seda liberada de un cajón. Antes de que mi amada abra los ojos, antes de que me vea y me sonría, lo que deseo abrazar oliendo su piel y su pelo es nuestra presencia común, que hace de ese despertar un nuevo comienzo de nuestro amor, el alba resucitada de una armonía duradera. Aromas. Philip Claudel

 
Una armonía duradera

martes, 10 de noviembre de 2020


SEÑALES INTERIORES DE RIQUEZA 

Buscando leones en las nubes os presenta esta semana la segunda edición del programa dedicada a celebrar la llegada de nuestro espacio, que tuvo lugar el lunes pasado, a su emisión número setecientos. 

Con ocasión de tan redonda cifra, he querido confeccionar para vosotros cuatro emisiones, que recogen, en su parte literaria, textos aparecidos tanto en la ya larga historia de Buscando leones en las nubes como en la más corta pero también dilatada de mi otro programa en Radio Universidad de Salamanca, Todos los libros un libro. Se trata de fragmentos relativamente extensos, extraídos de diferentes novelas, ensayos y colecciones de cuentos, pero que admite, cada uno de ellos, una lectura autónoma, con sentido propio, como si se tratara de textos independientes. En su mayor parte el clima que respiran es algo triste, en consonancia con esa atmósfera de melancolía que tan grata me resulta y que, en cierto modo, constituye una de las señas de identidad del espacio. 

Los libros de los que proceden y sus respectivos autores son El balcón en invierno, de Luis Landero; La saga de los Forsyte, la magna obra de John Galsworthy; La máquina de hacer cosquillas, un emocionante cuento de El último libro de Sergi Pàmies, escrito, obviamente, por Sergi Pàmies; Carta a D., el estremecedor manifiesto de André Gorz; Di su nombre, la notable obra autobiográfica de un afligido y a la vez entusiasta Francisco Goldman; El año del pensamiento mágico, el doloroso lamento de Joan Didion por la muerte de su marido y la grave enfermedad de su hija; Las hermanas Grimes, de Richard Yates; y esa joya en apenas seiscientas cincuenta palabras que es Señales interiores de riqueza, un sobrecogedor relato extraído del excepcional Libro de crónicas de Antonio Lobo Antunes. 

Tristeza hay también en la banda sonora, integrada, como la de hace siete días y como las que os ofreceré en las dos últimas entregas de la serie, por piezas interpretadas por un único músico y un único instrumento, todos del ámbito del jazz. Si la semana pasada fue el piano de Erroll Garner nuestro invitado, hoy el protagonismo recae en Ben Webster y su siempre lírico e intimista saxo tenor. 



Cuando el 25 de diciembre de 1863 Víctor Hugo escribió en uno de sus cuadernos Soy un hombre que piensa en otra cosa se refería, claro está, a mí. Cuando como con alguien, por ejemplo, dejo una sonrisa sentada en el lugar y me escapo de puntillas a otra mesa del restaurante, a dibujar trenes y barcos en el mantel de papel con la esperanza de irme, en una locomotora o en un paquebote de tinta, lejos de un mundo de saleros, botellas de vino blanco y cabezas de merluza. De pequeño, en la época en la que intentaban enseñarme el catecismo, tenía de Dios la idea de un vertebrado gaseoso: me llevó siglos entender que el vertebrado gaseoso era yo. 

El resultado de esto es que observo los objetos de la vida cotidiana con la extrañeza del hombre de las cavernas: nunca he sido capaz de hacer funcionar un vídeo, todas las mañanas me corto con la cuchilla de afeitar, rellenar un cheque es casi tan difícil como resolver un problema de grifos del tipo Si un estanque tiene 3 metros de lado, cuánto tiempo un grifo que arroja 7 decilitros por minuto, etc. Desesperé a los instructores en la mili volviéndome hacia ellos con la escopeta cargada preguntando: -¿Cómo?, con una incomprensión sincera y sorprendiéndome por verlos tirarse al suelo gritando: -Apunta esa mierda para otro lado, con una angustia cuyo motivo no comprendo aún hoy. Tal vez haya heredado esto de un tío remoto que en un velatorio, asombrado por la tristeza del viudo, lo consoló con una palmadita en el hombro: -No piense más en la muerte de la ternera. 

Soy un hombre que piensa en otra cosa, que intenta abrir la cerradura de la puerta con el cigarrillo y que fuma un manojo de llaves por día: si enfermo de cáncer de pulmón será un fontanero quien me opere. Las palabras grandiosas como Trabajo, Familia, Dinero, me atraviesan sin tocarme. Pareciera que no sé vivir con los que quiero o que rechazo su afecto: no es verdad. Lo que ocurre es que a veces, mientras me acarician, estoy observando a las cigüeñas en el bosque desde el desván de la tía Madalena, o en la terraza de la Praia das Maças, al lado de mi abuelo, tomando un helado de fresa. Y me gustan las personas modestas porque me conmueven las señales interiores de riqueza. 

A propósito de señales interiores de riqueza la semana pasada, en la consulta del Hospital Miguel Bombarda, vi a una mujer joven, de cuarenta años: le ha salido un quiste en el pecho y el médico no la quiso operar porque la enfermedad ya había le afectado los huesos. Quimioterapia. Una mujer guapa, inteligente. Me dijo: 

-Me gustaría vivir un tiempo más. 

Y va a morir dentro de poco. Después sonrió y preguntó: 

-Me pondré mejor, ¿no le parece? 

Ella sabía que no y sabía que yo sabía que no. 

-Claro que se pondrá mejor, dije yo. 

-Está guapa, ¿sabe? 

-Todo el mundo me lo dice ahora. Cumplo cuarenta y uno el mes que viene. 

Llevaba el vestido de los domingos, collar, anillos, una raya azul en los párpados. La enfermera abrió la puerta, echó un vistazo, vio que yo no estaba solo, desapareció. Y la sonrisa. 

-En una de ésas nos volvemos a ver. Y yo apretándole la mano. 

-Tal vez. 

Al irse, hasta la manera de andar era elegante. Y entonces pensé: menos mal que soy un hombre que piensa en otra cosa. Si no fuese un hombre que piensa en otra cosa, tendría ganas de llorar. 

De forma que, en el momento en el que entró el enfermo siguiente, ya me había olvidado de ella. Ya me había olvidado de ella. Ya me había olvidado de ella. Gracias a Dios ya me había olvidado de ella.
(Señales interiores de riqueza. Libro de crónicas. António Lobo Antunes)

Señales interiores de riqueza

martes, 3 de noviembre de 2020


LA LLUVIA ANTES DE CAER (PROGRAMA 700) 
 
Esta semana Buscando leones en las nubes llega su programa número setecientos, con varios meses de retraso conforme a lo previsto, a causa del aún insidioso impacto de la epidemia del coronavirus que nos obligó, como sabéis nuestros más fieles seguidores, a interrumpir las emisiones durante algunos meses. 

Algo más de veinte años después de su inicio en abril de 2000, alcanzamos ahora esta insólita cifra con una mezcla de satisfacción y vértigo, con alegría por haber podido mantenernos tanto tiempo en antena ofreciéndoos nuestras habituales selecciones de música y literatura, pero también con un cierto pesaroso sobrecogimiento por la rapidez con la que transcurre el tiempo, por el acelerado discurrir de una vida cuya brevedad subrayan efemérides como la que hoy celebramos. 

Movidos, pues, por estos sentimientos ambivalentes sale al aire ahora la septigentésima edición de nuestro espacio, con la que, con ese afán de gozosa y algo melancólica celebración, quiero abrir una serie de cuatro programas consecutivos unidos por un propósito común: ofreceros una muestra representativa de nuestra larga trayectoria, con unas emisiones que recogerán no tanto algunos de los contenidos de estos años como parte del espíritu sustancial, de la atmósfera íntima, tan fácilmente identificable para los asiduos del espacio, que ha caracterizado la historia de Buscando leones en las nubes

Para ello, desde hoy y en cuatro lunes sucesivos voy a leeros, en la parte literaria de las transmisiones, una serie de textos, fragmentos todos de interesantes libros, algunos de los cuales han formado parte de programas radiados en estos años, correspondiéndose sin embargo la mayor parte de ellos con referencias mencionadas en mi otra colaboración en Radio Universidad de Salamanca, Todos los libros un libro. Se trata, en todos los casos, de pasajes de mediana extensión, pequeñas historias que se cierran en sí mismas, con sentido y significación propios al margen del libro del que están extraídas, y que comparten también un ostensible tono melancólico y una preocupación por algunos de los grandes temas de la existencia: el paso del tiempo, la inutilidad de los afanes cotidianos, los sueños y el fracaso, la inexorable muerte, y, sobre todo, el entusiasmo y la ilusión del tierno amor. 

En el caso del programa de hoy, las obras y los autores seleccionados son: Detrás del hielo, de Marcos Ordóñez; El regreso del soldado, escrito por Rebecca West; el texto autobiográfico, no novelístico, pues, Amor y vejez, extraído de las Memorias de François René de Chateaubriand; Las afinidades electivas, una de las obras mayores de Johann Wolfgang Goethe; Un hombre de palabra, de Imma Monsó; Stoner, la genial novela de John Williams; La lluvia antes de caer, otra ficción excelente, del británico Jonathan Coe; Dos vidas, de Vikram Seth; la reciente Esperando a Míster Bojangles, del francés Olivier Bourdeaut; y Si nadie habla de las cosas que importan, la primera y deslumbrante novela de Jon McGregor. 

Desde el punto de vista musical, he querido que cada uno de los cuatro programas que constituyen este breve ciclo, tenga como banda sonora un distinto instrumento de jazz, un género siempre presente en nuestro espacio, pero que ahora comparecerá de un modo más intenso en ediciones monográficas centradas, esta noche, en el piano de Erroll Garner, y en lunes posteriores, el saxo tenor de Ben Webster, la trompeta de Miles Davis y la grave voz -ese privilegiado instrumento- de Johnny Hartman. 


Me uní a ellas, pero Rebecca no se volvió cuando oyó pasos en el guijarral. Hizo visera con las manos, miró hacia las montañas y dijo: Mira qué nubes. Va a haber tormenta si vienen hacia aquí. Thea escuchó el comentario (siempre se daba cuenta en seguida de los cambios de humor, y a mí nunca dejaba de sorprenderme lo sensible que era, lo pendiente que estaba de los sentimientos de los adultos), y eso la llevó a preguntar: ¿Por eso estás triste? ¿Triste?, dijo Rebecca volviéndose. ¿Yo? No. No me importa que llueva en verano. Hasta me gusta. Es mi lluvia favorita. ¿Tu lluvia favorita?, dijo Thea. Recuerdo que frunció el ceño sopesando aquellas palabras, y luego exclamó: Pues la mía es la lluvia antes de caer. Rebecca se sonrió al oír aquello, pero yo dije (en plan pedante, supongo): Pero, cielo, antes de caer, en realidad no es lluvia. Y Thea me dijo: ¿Y entonces qué es? Y yo le expliqué: Pues es sólo humedad, humedad en las nubes. Thea bajó la vista y se concentró una vez más en escoger los guijarros de la playa; cogió dos y se puso a golpearlos uno contra otro. Parecía que el ruido y la sensación le gustaban. Yo seguí: ¿Entiendes entonces que no existe la lluvia antes de caer? Tiene que caer para que sea lluvia. Era una tontería explicarle aquello a una niña pequeña; casi me arrepentía de haber empezado. Pero, por lo visto, Thea no tenía ningún problema en captar la idea; más bien al revés, porque al poco rato se quedó mirándome y meneó la cabeza con gesto de pena, como si discutir aquellas cosas con una idiota estuviera poniendo a prueba su paciencia. Ya sé que no existe, dijo, por eso es mi favorita. Porque no hace falta que algo sea de verdad para hacerte feliz, ¿no? Luego echó a correr hacia el agua sonriendo abiertamente, encantada de haberse salido con la suya gracias a su propia lógica. Jonathan Coe. La lluvia antes de caer.

La lluvia antes de caer

martes, 27 de octubre de 2020


DATOS PARA LA BIOGRAFÍA DE ANTÓNIO LOBO ANTUNES 
 
En las cuatro últimas semanas Buscando leones en las nubes os ha ofrecido una serie de programas, que hoy cerramos con la quinta y última entrega, dedicados, en los dos frentes de la emisión, el literario y el musical, a Portugal. En el primero de los ámbitos nuestro escritor invitado durante todo el ciclo luso del espacio ha sido António Lobo Antunes, un escritor formidable, singularísimo, con una copiosa obra novelística y con tres libros -cuatro si contamos el publicado en su país que aún no ha visto la luz en España- que recogen sus colaboraciones en prensa. 
 
En efecto, Libro de crónicas, Segundo libro de crónicas y Tercer libro de crónicas, ofrecen en total más de doscientos artículos, que en su mayor parte aparecieron en el diario O Publico y que concentran casi todos los temas recurrentes y las pautas estilísticas de su autor. La infancia, la muerte, el paso del tiempo, la soledad, el amor -sobre todo el fantaseado, el imposible, el desganado-, el tedio del matrimonio, la familia, los recuerdos y el olvido, el horror de su servicio militar en Angola, el dolor, los amigos, sus viajes de escritor y sus noches en frías habitaciones de hotel en Austria, en Alemania y en muchos otros países, las reflexiones sobre su oficio, la angustiosa lucha que supone para él la escritura, son los ejes temáticos que afloran una y otra vez en sus libros. Libros escritos con una prosa muy trabajada, pese a la apariencia de naturalidad, unos textos musicales, llenos de ecos, de repeticiones, con una sintaxis poco convencional, muy exigente, que obliga al lector a “intervenir” activamente, a completar, a esforzarse. 

En el caso de esta semana he leído, completo, el artículo Datos para la biografía de António Lobo Antunes, extraído del Segundo libro de crónicas, que publicó Mondadori en 2004, en traducción de Mario Merlino, y que, en su recreación de una experiencia de su infancia, ejemplifica lo esencial de las preocupaciones y estilo literario del lisboeta. 

En la dimensión musical de la emisión dejamos atrás ya, casi del todo, tras su persistente presencia en los cuatro programas precedentes, al grupo Madredeus y a su cantante Teresa Salgueiro, para centrarnos en otras cantantes lusas, la mayor parte de las cuales aparecen en un disco espléndido, Elas. As Melhores Vozes Femininas Portuguesas. Mafalda Veiga, Ana Moura, Rita Guerra, Mafalda Arnauth, Deolinda, Maria Joâo, Raquel Tavares, Luísa Sobral, Cristina Branco, Lina, Kátia Guerreiro, Amália Rodrigues, la gran diva del fado, y Beatriz Nunes, la nueva vocalista de Madredeus, que sustituyó a Teresa Salgueiro en 2011, cerrando el programa, constituyen esta elegante, delicada e interesante representación de la música femenina portuguesa.

 
Datos para la biografía de António Lobo Antunes

martes, 20 de octubre de 2020


ANTÓNIO LOBO ANTUNES. UNA CARICIA EN TU PELO 
 
Esta semana llegamos a la cuarta entrega de la serie que estamos dedicando a dos figuras clave, cada una en su respectivo ámbito, de la cultura portuguesa. António Lobo Antunes es uno de los más importantes escritores del mundo, sin duda el más destacado del país vecino y su nombre suena reiteradamente como candidato al gran premio de la Academia Sueca. 

Autor de una muy vasta obra novelística, para estos programas que lo tienen como centro he elegido, no obstante, textos de sus libros de crónicas, cuatro en total, aunque solo los tres primeros han visto la luz en España. En ellos se recogen artículos periodísticos, muchos de tono autobiográfico, publicados originariamente en prensa y recopilados luego en formato de libro, en la editorial Siruela el primero de ellos y en Mondadori el segundo y el tercero. 


En concreto, hoy os leeré, íntegros, dos de estos relatos, muy breves, El anochecer en los geranios y Una caricia en tu pelo, que con traducción de Mario Merlino se recogen en la edición de 2004 del Segundo libro de crónicas. En esta ocasión, con la tristeza, la melancolía y la belleza habituales en Lobo Antunes, en ellos están muy presentes la familia, la infancia y la muerte, algunos de los temas recurrentes del lisboeta. 

De Lisboa es también Teresa Salgueiro, la cantante que con su voz prodigiosa fue durante veinte años la imagen más reconocible del extraordinario grupo Madredeus. Ella protagoniza esta noche la vertiente musical de la emisión con once canciones, once colaboraciones con conocidas figuras de la música internacional, extraídos de Obrigado, su disco de duetos de 2006. En concreto, en los temas que han sonado en el programa, la artista portuguesa cuenta con la colaboración de Angelo Branduardi, António Chainho, Caetano Veloso, Carlos Núñez, Coba, José Carreras, de nuevo Coba, Maria Joâo, Carlos Maria Trindade, Zeca Baleiro y Maria Joâo, a quien olvidé citar en la emisión radiada, en la interpretación final del clásico My one and only love.

António Lobo Antunes. Una caricia en tu pelo

martes, 13 de octubre de 2020


ANTÓNIO LOBO ANTUNES. LAS PERSONAS MAYORES 

Hoy os ofrezco la tercera entrega de la serie que estamos dedicando a António Lobo Antunes, el excelente escritor portugués. Lobo Antunes es un novelista algo críptico, barroco, de -aparentemente- difícil acceso, que exige una lectura ardua, trabajada, debiendo el lector abrirse paso entre una prosa enrevesada, llena de recurrencias, de reiteraciones, de motivos musicales que aparecen y desaparecen; pero es también el autor de una obra cuya lectura proporciona, una vez desbrozado el camino, un extraordinario placer, pues se trata de un creador singular, magnífico, eterno candidato al Premio Nobel de Literatura. 

Esta noche os leeré -fragmentados- dos textos suyos, Las personas mayores y Elogio del suburbio, pertenecientes a una de sus obras -no una novela, en este caso- más accesibles. Se trata del Libro de crónicas, una recopilación, traducida por Mario Merlino, de los artículos que publicó durante varios años en el periódico portugués O Público. Son, casi todos los presentados en el libro y sin duda los dos seleccionados para nuestra emisión, artículos autobiográficos, que recogen algunas de las más constantes obsesiones del novelista portugués, el amor, la infancia, la soledad, la memoria, la muerte, el paso del tiempo. Y todo ello, en un clima de ternura y melancolía, de nostalgia y dulce tristeza que enlaza de manera perfecta con el mundo de Madredeus, que al igual que en las dos emisiones precedentes protagoniza la parte musical del programa. 

Aunque ese protagonismo debe matizarse, pues si las piezas que suenan durante el espacio son, en efecto, algunas de las más conocidas canciones del grupo portugués, lo cierto es que, todas ellas, van a aparecer en versiones un tanto, al menos, singulares. Se trata de recreaciones de las melodías de Madredeus, realizadas por diversos discjockeys y músicos electrónicos que, como es obvio, se desenvuelven en ámbitos musicales muy alejados de la -llamémosla así- tradición musical en la que se inscribe el grupo lisboeta. Estas interpretaciones están extraídas de un curioso e interesante disco que con el título de Madredeus Electrónico se publicó en el año 2002. Las recreaciones de los clásicos del conjunto lisboeta se deben a Lux, Buscemi, Sunday Best, Telepopmusik, David Bridie con Christian Scallan, Craig Armstrong, Astros Reflect con Chill, Dusted y Ralph Myerz con The Jack Herren Band.

 
António Lobo Antunes. Las personas mayores

martes, 6 de octubre de 2020

   
ANTÓNIO LOBO ANTUNES. EL SEÑOR BISCAIA 

Esta semana Buscando leones en las nubes os ofrece la segunda entrega de una curiosa serie “portuguesa” del programa, un ciclo, que se compondrá de un total de cinco capítulos con un doble protagonismo del país vecino, con la presencia de la obra de António Lobo Antunes en la vertiente literaria del espacio, y con las canciones del grupo Madredeus, aunque no solo, integrando el apartado musical. 

                                                                                  (Foto de Inês Gonçalves)

En el caso de hoy voy a ofreceros un artículo -a caballo entre la crónica y el relato- del novelista lisboeta, sin duda el mayor narrador vivo de la literatura portuguesa, seleccionado de entre los muchos que publicó semanalmente, durante un período de seis años, entre 2001 y 2007, en el diario madrileño El País. El señor Biscaia, pues ese es su título, vio la luz el 14 de abril de 2007, en Babelia, el suplemento literario del periódico, en la traducción de Mario Merlino. Podréis apreciar en el cuento las notas de tristeza, ternura, melancolía y un punto de crudeza habituales en la obra de Lobo Antunes. 

El acompañamiento musical del emotivo texto lo pone, como he señalado, el grupo Madredeus, con una selección de diez de sus mejores canciones, que se suman a la otra decena que presenté la semana pasada, para ofrecer así un conjunto muy revelador de la obra de la banda, caracterizada también por la delicadeza, la sensibilidad y la belleza.

António Lobo Antunes. El señor Biscaia

martes, 29 de septiembre de 2020


ANTÓNIO LOBO ANTUNES. TOM 
 
La propuesta de Buscando leones en las nubes es, esta semana, en las dos vertientes del espacio, ciertamente excepcional. Desde hoy y durante un total de cinco emisiones el protagonismo literario de Buscando leones en las nubes recae en un magnífico escritor portugués, quizá el más importante vivo del país vecino, António Lobo Antunes, eterno candidato al premio Nobel, un autor prolífico, con una treintena de obras publicadas, casi todas traducidas a nuestro idioma, casi todas a cargo de Mario Merlino, casi todas en las editoriales Siruela y en la antigua Mondadori, hoy englobada en el grupo Penguin Random House. 

Los libros de Lobo Antunes están escritos en una prosa musical, hecha de repeticiones, de asociaciones fulgurantes, de reiterativos sonsonetes, que fragua en un hilo narrativo envolvente, complejo, en ocasiones difícil para el lector; unos libros en los que el estilo muy singular del lisboeta, tan fácilmente identificable, se muestra en unos textos desbordantes, en los que se fuerza el lenguaje, se rompen las convenciones sintácticas, se juega con las palabras, haciendo -casi- desaparecer la trama para expresar el flujo de pensamiento de un narrador que, más allá de la brillantez formal, monologa y nos habla, con un tono lírico, melancólico, a menudo triste y nostálgico, trágico también, de las grandes cuestiones de la vida, el sufrimiento, el dolor, los recuerdos, la infancia, los amores contrariados, el fracaso, la huella de lo no vivido, el paso del tiempo, la muerte inexorable, la injusticia, los abusos, el desvalimiento y la soledad, el amor. 

Para esta primera entrega he elegido un texto breve, de título también sucinto, Tom, en el que están presentes algunos de los rasgos y las claves de sus obras mayores, y que fue publicado por Lobo Antunes en el diario El País el 26 mayo de 2007, en una etapa -que se extendió durante seis o siete años (no dos, como dije en antena)- en la que el portugués colaboraba con un artículo semanal en el periódico madrileño. La traducción, claro está, es de Mario Merlino. 

Como complemento a los textos que van a ir saliendo al aire a lo largo de estos cinco lunes quiero ofreceros música también portuguesa, con un protagonismo especial de Madredeus, un grupo que desde sus inicios en un lejano 1985 me ha gustado mucho y que por ello ha aparecido con frecuencia en el espacio. En el caso de esta noche os presento una primera recopilación de sus temas principales, clásicos ya, en alguna medida, muchos de ellos, en la voz magnífica de quien fue su vocal principal durante años, Teresa Salgueiro, salvo la pieza que cerrará el programa, Amanhâ, en la que podemos escuchar a su sustituta desde 2011, Beatriz Nunes.

António Lobo Antunes. Tom

martes, 22 de septiembre de 2020


POR LA CARRETERA DE SINTRA 

Esta semana cerramos la serie de tres programas dedicados a recordar la música de The Cars, un grupo de los ochenta que en su momento me entusiasmó y que aún hoy, cuando su propuesta musical ha notado, obviamente, el paso de estas cuatro décadas, sigue sonando fresco, alegre y capaz de interesarnos. La presencia de The Cars en nuestras emisiones surge a partir de la celebración del primer aniversario, que se cumplió hace menos de una semana, el pasado 15 de septiembre, del fallecimiento del que fue su líder, Ric Ocasek. El recorrido por la discografía de la banda finaliza hoy con once de sus temas que llegan hasta 1987, año en que, con el disco Door to door, pusieron fin a la etapa más brillante de su carrera.  

                                                    (Imagen de Lelia Parreira, del blog "El pupitre rojo") 


Entre ellos voy a leeros otros tantos textos, en su mayor parte poemas, que he seleccionado de muy completo número monográfico de la revista Litoral dedicado al automóvil. En mayo de 2019, la ejemplar publicación malagueña dedicó un completísimo volumen al tema, bajo dicha rúbrica, El automóvil, y con el significativo subtítulo de Poesía y Arte sobre ruedas. Los versos y cuentos leídos, con el coche y las muchas manifestaciones del universo automovilístico como protagonistas, son obra de Fabio Morábito, Hipólito G. Navarro, Luis Muñoz, Trinidad Gan, Noelia Pena, Medardo Fraile, José María Merino, Felipe Benítez Reyes, Rogelio Guedea, Julio Cortázar y Fernando Pessoa, que cierra el programa con esa obra maestra que es Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra, poema que os dejo íntegro a continuación.



Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra. Fernando Pessoa 

Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra, 
al luar y al sueño por la carretera desierta, 
conduzco a solas, conduzco casi despacio, y un poco 
me parece, o me esfuerzo porque un poco me parezca,
que sigo por otra carretera, por otro sueño, por otro mundo, 
que sigo sin que haya Lisboa atrás dejada o Sintra a la que llegar, 
que sigo, ¿y que más puede haber en seguir sino no parar, proseguir? 

Voy a pasar la noche en Sintra por no poder pasarla en Lisboa, 
mas cuando llegue a Sintra me apenará no haberme quedado en Lisboa. 
Siempre esta inquietud sin propósito, sin nexo, sin consecuencia, 
siempre, siempre, siempre 
esta desmedida angustia del espíritu por nada 
en la carretera de Sintra o en la carretera del sueño o en la carretera de la vida...
 
Maleable a mis movimientos subconscientes del volante 
galopa por debajo de mí conmigo el automóvil prestado. 
Sonrío del símbolo al pensarlo, y al girar a la derecha. 
¡Con cuántas cosas prestadas voy yendo por el mundo! 
¡Cuántas cosas que me prestaron conduzco como mías! 

A la izquierda la casucha -sí, casucha- al borde del camino. 
A la derecha el campo abierto, con la luna a lo lejos. 
El automóvil, que hasta hace poco parecía darme libertad, 
es ahora una cosa en donde estoy encerrado, que sólo puedo conducir si en ella estoy encerrado, 
que sólo domino si me incluyo en ella y ella me incluye a mí. 

A la izquierda, ya atrás, la casucha modesta, menos que modesta. 
Allí la vida debe ser feliz, sólo porque no es la mía. 
Si alguien me vio por la ventana soñará: ese sí que es feliz. 
Para el niño que atisbaba detrás de los cristales de la ventana de arriba 
tal vez yo haya quedado (con el automóvil prestado) como un sueño, como un hada real. 
Para la muchacha que al oír el motor miró por la ventana de la cocina, 
desde el piso de abajo, 
tal vez yo fuese algo así como el príncipe que hay en todo corazón de muchacha, 
y de reojo pegada al cristal me siguiese hasta la curva en que me perdí. 

¿Dejo los sueños a mi espalda, o será el automóvil el que los deja? 
¿Yo, conductor del automóvil, o el automóvil prestado que conduzco? 

En la carretera de Sintra al luar, en la tristeza ante los campos y la noche, 
mientras conduzco el Chevrolet prestado desconsoladamente
me pierdo en la carretera futura, me sumo en la distancia que alcanzo, 
y en un deseo terrible, súbito, violento, inconcebible, 
acelero... 
Pero mi corazón quedó en el montón de piedras del que me desvié al 
verlo sin verlo, 
junto a la puerta de la casucha, 
mi corazón vacío, 
mi corazón insatisfecho, 
mi corazón más humano que yo, más exacto que la vida. 
En la carretera de Sintra al filo de la medianoche, al luar, al volante, 
en la carretera de Sintra, qué cansancio de la propia imaginación, 
en la carretera de Sintra, cada vez más cerca de Sintra, 
en la carretera de Sintra, cada vez menos cerca de mí...

Por la carretera de Sintra

martes, 15 de septiembre de 2020


UN VIAJE TRIVIAL 

Esta semana quiero ofreceros la segunda entrega de la serie de tres que desde hace siete días estamos dedicando a los coches y al sugerente universo cultural al que se abren, con ocasión del aniversario, hoy mismo, día 15 de septiembre, del fallecimiento, hace ahora un año, de Ric Ocasek, que fuera líder del grupo ochentero, aunque empezaron sus andanzas a finales de los setenta, The Cars. 

Con un tipo de música -alegre, festivo, electrizante y muy movido- radicalmente distinto del que suena en nuestro programa de modo habitual, los Cars me gustaban mucho en mi juventud, y mis primeros años de profesor coincidieron con la aparición, y mi compra inmediata, de sus vinilos más destacados. 

Y jugando con la trivial excusa que proporciona el nombre del grupo, he querido completar la parte literaria del espacio con textos -sobre todo poemas- recogidos de una relativamente reciente publicación de la revista Litoral, en concreto la que se corresponde con su número 267, de mayo de 2019, presentada bajo el título de El automóvil, al que se le añade la acotación Poesía y Arte sobre ruedas. Sus autores son Andrés Neuman, Víctor Lorenzo, Luis Chaves, Elizabeth Bishop, Josep M. Rodríguez, Antonio Muñoz Quintana, Amalia Bautista, Gabriela Aguilera, Miguel Ángel Arcas, Antonio Jiménez Millán, Alonso Ibarrola y Luis Mateo Díez, todos obviamente relativos al universo del automóvil y sus territorios -literales o metafóricos- adyacentes. 


Autobús. Luis Mateo Díez 

Ella sube al autobús en la misma parada, siempre a la misma hora, y una sonrisa mutua, que ya no recuerdo de cuándo procede, nos une en el viaje trivial, en la monotonía de nuestra costumbre. Se baja en la parada anterior a la mía y otra sonrisa furtiva marca la muda despedida hasta el día siguiente. Cuando algunas veces no coincidimos, soy un ser desgraciado que se interna en la rutina de la mañana como en un bosque oscuro.

Un viaje trivial

martes, 8 de septiembre de 2020


EN DIRECCIÓN A CUALQUIER PARTE 

Bienvenidos un curso más a Buscando leones en las nubes. Alberto San Segundo, al frente del veterano espacio de música y literatura de Radio Universidad de Salamanca, os saluda, con más alborozo y más ilusión que nunca, en este reencuentro con todos vosotros en lo que constituye la reapertura de nuestras emisiones tras casi cinco meses de ausencia a causa del impacto del coronavirus. Hoy, habiendo dejado atrás los episodios más dramáticos de la epidemia (no sé si una afirmación así puede sostenerse con tal rotundidad, como he hecho en la emisión radiada), estamos a punto de, con toda la prudencia y todas las cautelas del mundo, volver a los estudios, retomar el contacto con los micrófonos y demás artilugios electrónicos, y ofreceros un nuevo programa que se sume a los cientos ya radiados en los largos veinte años de nuestra trayectoria.

Las tres primeras ediciones del espacio en este todavía anómalo mes de septiembre se anudan en torno a un hilo conductor unitario: los coches. El 15 de septiembre de 2019, la semana próxima, pues, se cumplirá un año, moría Ric Ocasek, el líder de The Cars, el exitoso grupo de la new wave de los últimos ochenta y primeros noventa del siglo pasado. Los Cars, su pop fresco y un punto sofisticado, su propuesta musical alegre y alternativa, planteada sin desdeñar, antes al contrario, la dimensión comercial, me entusiasmaron hace cuarenta años y aún hoy escucho sus discos con nostalgia, obviamente, pero también con placer y contento. 

Es por este doble motivo, el aniversario de la muerte de Ocasek y el importante rastro del grupo en mi vida, por lo que The Cars protagonizarán la vertiente musical de los tres programas que inauguran este curso 2020-2021. Una serie que obedece, además, a una tercera causa: iniciar con alegría y diversión lo que por tantas razones se presume que será una temporada extraña y, para mucha gente, difícil. 

En el apartado literario de los tres programas, y sentada ya la premisa automovilística -aunque solo sea de modo indirecto, por el nombre del grupo musical invitado- que los hila, voy a presentaros textos -en su mayor parte poemas- que tienen a ese universo, el de los coches y las carreteras, el de las autopistas y las gasolineras, el del asfalto, el tráfico, los semáforos, los garajes, el autostop, los motores y los neumáticos, los frenos y el acelerador, como núcleo central. Todos esos textos están recogidos del número 267 de la revista Litoral, que en mayo de 2019 presentó un monográfico, en edición como siempre brillante y ejemplar, bajo la rúbrica de El automóvil y con el subtítulo, también explícito, de Poesía y Arte sobre ruedas. Sus autores son, por orden de aparición, Luis García Montero, Héctor Ugalde Corral, Raymond Carver, Fernando Clemot, Ben Clark, Manuel Vilas, Ricardo Defarges, Joan Payeras, Juan Bonilla, Karmelo C. Iribarren, Esther Morillas y José Carlos Rosales, cuyo poema La autopista contiene el verso que da título al programa.

En dirección a cualquier parte  

martes, 28 de julio de 2020


LA VOZ INÚTIL QUE SUENA EN LA NOCHE VACÍA

La última edición de Buscando leones en las nubes por este extraño curso recupera la emitida el martes 28 de junio de 2011, que también fue la postrera de su correspondiente temporada. La emisión se articula a partir de la cita de Felipe Benítez Reyes, el escritor gaditano, que encabeza este blog, recogida de una de sus novelas, El novio del mundo, protagonizada por un excéntrico personaje que entre sus muchas y disparatadas ocupaciones incluye la de responsabilizarse de un programa pirata de radio: No sé cuánta gente oirá mi programa. A veces sospecho que no está oyéndolo nadie, lo que se dice nadie: cero personas en total, y eso me produce una sensación de afantasmamiento: la voz inútil que suena en la noche vacía. Y entonces me siento como un turista belga que tocase el acordeón o similar en mitad del desierto de Nafud o similar

Y así, en el apartado literario, todos los textos constituyen variaciones de esa misma idea, implícita en la frase de Benítez Reyes: los relatos que se cuentan, que nos contamos, las palabras dichas fervorosamente, la infinidad de cuentos que llenan nuestras vidas, la necesidad de narrar, las historias que hablan de lo prodigioso, la ficción que nos mantiene vivos, la hermosura de las fábulas, la indispensable invención de mundos que pueblan nuestras existencias, las voces que hablan, que siguen hablando aunque nadie las escuche, y hablan y hablan y hablan... León Felipe, John Maxwell Coetzee, Jean Claude Carrière, Gustavo Martín Garzo, Sijie Dai, Leonardo Padura, Olivier Rolin, Elio Vittorini, Enrique Murillo, Salman Rushdie, Jonathan Safran Foer y John Banville son los autores de los magníficos textos. 

Unos textos aderezados con estupendas canciones, siempre en la onda intimista y relajada marca de la casa, made in Buscando leones en las nubes. Doce maravillas interpretadas por Natalie Merchant, Damien Rice, Stranded Horse, Hindi Zahra, Márcio Faraco, Low, Stacey Earle, The Unthanks, Shammi Phitia, Badly Drawn Boy, Erik Truffaz con Sophie Hunger y Rodrigo Leão con Sonia Tavares. 

Con sus referencias me despido hasta el mes de septiembre en que confío en que podamos retomar la programación habitual de nuestro espacio. Hasta entonces, disfrutad -si se puede- del verano.


La voz inútil que suena en la noche vacía

martes, 21 de julio de 2020


EN EL AIRE AROMAS DE JAZMÍN 

Rescato esta semana un programa de marzo de 2012, emitido entonces con ocasión de la llegada de la primavera. Ahora, con la explosión del verano, bien que mitigada en sus efectos por el maldito virus, llenando nuestras vidas, resulta pertinente su redifusión, pues son extrapolables al estío las emociones primaverales: la renovación de la vida y de las ilusiones, la aspiración de la felicidad, la promesa del amor, la exaltación de los sentidos, el vislumbre de nuevas expectativas que se esconden tras la intensa calidez del aire, el ardiente deseo, la pasión, la expansión del alma, la intensidad del cuerpo, la alegría de vivir. 

En consonancia con el entusiasmo veraniego, la banda sonora de la emisión está compuesta por catorce canciones efervescentes y optimistas, llenas de ritmo y alegría, interpretadas por Coldplay con El Lele, Adele, Razia Said, Nina Zilli, Asa, Afrocubismo, Caro Emerald, Inna Modja, The Jolly Boys, Kurt Wagner con Cortney Tidwell, Judith Godrèche con Benjamin Biolay, Olivia Ruiz, Marisa Monte y Cyndi Lauper. 

Del mismo modo, en los fragmentos literarios escogidos para acompañar las alegres piezas musicales, escritos por Antoni Casas Ros, William Maxwell, Darío Jaramillo Agudelo, Antonio Soler, Philippe Claudel, Pedro Zarraluki, Ahdaf Soueif, Anne-Marie Garat, Niall Williams, Pablo D’Ors, Daniel Mason, Leonardo Padura, Ramón Buenaventura y Manuel Vicent (estos dos últimos citados en orden inverso, equivocadamente, en la emisión radiada), están presentes la belleza, el amor, las risas, la tibia caricia del sol, el perfume del jazmín, el encuentro de los cuerpos, el placer de los sentidos, los sueños y las quimeras de una vida plena por una vez posibles y todos los demás motivos para una dicha que la primavera -y ahora el verano- nos hace creer a nuestro alcance.



En el aire aromas de jazmín

martes, 14 de julio de 2020


LA HISTORIA DEL AMOR 

En esta extraña fase en la que se desenvuelve Buscando leones en las nubes desde hace meses, en la que no he podido presentaros emisiones nuevas por la imposibilidad de su grabación a causa de la epidemia del coronavirus, aprovecho esta semana para recuperar uno de los programas que más me gusta, al margen de sus sonido defectuoso, de mi lamentable voz y de otras limitaciones técnicas, de entre los casi setecientos emitidos hasta ahora. 

Emitido en mayo de 2006, La historia del amor gira sobre el libro del mismo título escrito por Nicole Krauss y publicado en España por la Editorial Salamandra. Se trata de una emotiva, sensible, tierna, algo triste y excelente novela de la que en su momento, y de cara a la emisión radiada, extraje una microhistoria, un pequeño relato que aparece intercalado -sin sustantividad propia- en la trama del libro, pero que pese a su presencia más o menos circunstancial, menor, en el texto, concentra de un modo perfecto, a mi juicio, su espíritu, su clima, su alma, su esencia. 

En el programa leo diversos fragmentos de esa historia, una historia que en la novela es narrada por su protagonista principal, un anciano judío que, ya jubilado, rememora desde Brooklyn su infancia en Slonim, su pueblo de origen, en una Polonia acosada por el terror nazi en los años inmediatamente anteriores a la segunda guerra mundial. La infancia, el amor, la memoria, la soledad, el paso del tiempo, la amistad, la vida que perdemos, son algunos de los temas que surgen engarzados a través del hilo conductor de un manuscrito, La historia del amor, que se constituye en el eje del libro. 

El emotivo texto brota entre canciones delicadas, intimistas y tristes interpretadas por Amar, Sinead O’Connor, John Coltrane y Johnny Hartman, Roberta Flack, Paula Cole, Van Morrison, Carole King, Tindersticks, Maysa Matarazzo y Tom Waits que con su voz grave, profunda, rota, tristísima, pone fin de un modo sobrecogedor a la emisión.


El hombre que se había hecho invisible escuchó todas estas cosas, de pie en la sala. Tenía veinticinco años. Había cambiado tanto desde la última vez que había visto a la muchacha que ahora una parte de él quería soltar una risa fría y dura. Ella le dio una pequeña foto del niño, que entonces tenía cinco años. Le temblaba la mano. Le dijo: Dejaste de escribir. Pensé que habías muerto. Él miró la foto del niño que cuando creciera se parecería a él y, aunque, esto él no podía saberlo, iría a la universidad, se enamoraría y desenamoraría y sería un escritor famoso. ¿Cómo se llama?, preguntó. Le puse Isaac, dijo ella. Se quedaron en silencio largo rato, mientras él miraba la foto. Al fin pudo decir dos palabras: Ven conmigo. De la calle subían gritos de niños. Ella apretó los párpados. Ven conmigo, repitió él alargando la mano. A ella le resbalaban lágrimas por las mejillas. Tres veces se lo pidió. Ella negó con la cabeza. No puedo, dijo. Miraba el suelo. Por favor, dijo ella. Así pues, él hizo lo más difícil que había hecho en su vida: cogió el sombrero y se fue.



La historia del amor