martes, 29 de diciembre de 2015


JOE COCKER, PERRO RABIOSO

Buscando leones en las nubes despide este 2015 radiofónico con una edición dedicada íntegramente a Joe Cocker, un homenaje al intérprete británico con ocasión del primer aniversario de su muerte, el pasado martes 22 de diciembre.

Joe Cocker fue uno de mis músicos favoritos en mi adolescencia. Con 17, 18 años no sólo me entusiasmaban sus canciones sino que había incluso una suerte de identificación con su figura, con su melena siempre algo desgreñada, con su trayectoria hippie, con su provocadora excentricidad. Sus primerizas versiones de los Beatles, su soberbia actuación en Woodstock, su disco Mad Dogs & Englishmen, que creo que fue el primero suyo que compré, constituyen recuerdos imborrables de aquella inocente etapa de mi vida. Después, y durante casi quince años, el cantante se eclipsó en mi horizonte de referencias musicales, para revivir en los ochenta con su reaparición, mucho más comercial, a raíz del impacto popular de un puñado de canciones que sonarían en la banda sonora de exitosas películas, Oficial y Caballero, Nueve semanas y media o El guardaespaldas.

Menos “radical”, algo más “apaciguado” que en sus excesivos días juveniles, el Joe Cocker de estos años postreros en los que muchas de sus últimas grabaciones estaban plagadas de solo correctas y más bien convencionales interpretaciones de clásicos y standards, me ha interesado también, resultándome entrañable su imagen de anciano devastado, destruido por el alcohol y las drogas, y llenando con su poderosa presencia los escenarios, entre movimientos espasmódicos y agónicos rugidos de su voz aguardentosa.

La mayor parte de la crítica, sin embargo, ha denostado el trabajo de Joe Cocker en estas últimas décadas, por considerarlo meramente alimenticio y superficial, acomodado y plano, sin la garra y el empuje, sin la valiente energía y la entrega juvenil de sus principios. Esa es, precisamente, la tesis que se recoge en Joe Cocker: perro loco, perro amaestrado (un título desafortunado, no sólo por su evidente y controvertido mensaje, sino también porque el Mad dog “cockeriano” debiera -creo- ser traducido por “perro rabioso”, mejor que por “perro loco”), la nota necrológica que el periodista musical Iván Carballido escribió en el diario online El confidencial el 23 de diciembre de 2014, un día después de la muerte del músico. El artículo, cuyas tesis, como he dicho, no comparto, aparece íntegro, aunque adaptado a las exigencias de nuestro programa, en la presente edición de Buscando leones en las nubes, como acompañamiento a trece de las canciones más representativas (Marjorine, Feeling alright, I’ll cry instead, With a little help from my friends, Delta lady, She came in through the bathroom window, The letter, Midnight rider, I can stand a little rain, Up where we belong, You can leave your hat on, Unchain my heart y You are so beautiful) del infortunado Joe Cocker, en un sucinto repaso de la biografía personal y artística del personaje.

Confío en que queráis volver con nosotros el próximo once de enero, en la primera emisión de Buscando leones en las nubes en el año 2016. Disfrutad de estos días finales de la Navidad. Felices fiestas a todos.

martes, 22 de diciembre de 2015


QUINIENTAS MENTIRAS PARA HACERTE FELIZ

Buscando leones en las nubes llega hoy a los quinientos programas. Desde que en el curso 1999/2000 comenzara su andadura en las entonces muy prosaicas instalaciones de Radio Universidad de Salamanca, y a lo largo de dieciséis ya largas temporadas -la actual es la decimoséptima-, nuestro espacio ha ido creciendo (en los primeros años no llegaban a veinte las emisiones que se radiaban cada curso; ahora son cuarenta y cinco anuales, más o menos, nuestras citas con las ondas) hasta completar esta desmesurada, insólita e inesperada cifra, nada habitual para un programa nacido -y sostenido- sin ninguna pretensión y elaborado con un enfoque amateur y un planteamiento sencillo y hasta elemental por parte de su creador, este Alberto San Segundo que desde aquí os escribe y que durante tanto tiempo se ha deleitado -y el verbo no es exagerado- en compartir con vosotros, nuestra cada vez más variopinta audiencia, sus particulares filias musicales y literarias, bajo la forma de centenares -miles, en realidad- de canciones y textos.

Y como ha ocurrido en los casos de anteriores ediciones centenarias (los programas en los que celebramos nuestras cien, doscientas, trescientas y cuatrocientas emisiones) Buscando leones en las nubes ha querido festejar este tan redondo logro cediéndoos a vosotros, nuestros oyentes, las riendas del espacio, ofreciéndoos la posibilidad de “construir” con vuestras colaboraciones esa señalada transmisión.

Y así, todos los textos y las canciones que aparecen en el programa han sido propuestos por nuestros oyentes ajustándose, en la mayor parte de los casos, a las pautas de estilo más habituales en nuestra larga trayectoria -la sensibilidad, la inteligencia, la capacidad de penetración, la dulzura, la delicadeza, la melancolía- aunque hay fragmentos y piezas musicales muy distintos a los acostumbrados y que de no ser por vuestra aportación difícilmente hubieran aparecido en alguna de nuestras ediciones.

De esta manera, en esta edición de aniversario han sonado los espléndidos temas de Rod Stewart, Adéle, Los Secretos, Stranglers, Amancio Prada con Chicho Sánchez Ferlosio, Ingrid St-Pierre, Fatoumata Diawara, Fryderyk Chopin en el piano de Maurizio Pollini, Charlie Haden con Melody Gardot, Sarah Vaughn y Benjamin Clementine, arropando los textos, como de costumbre lúcidos y penetrantes, muy agudos y evocadores, escritos por Pablo D’Ors, Michel Houellebecq, Jorge Bucay, Arthur Schopenhauer, Giacomo Leopardi, Blaise Pascal, Begoña Abad, Gustave Flaubert, Juana Ciudad, Ernesto Sábato y Jonathan Coe, cuyo espléndido fragmento, que ha sido la inspiración para el título del programa, os dejo como cierre a este comentario.

Quiero agradecer a toda nuestra audiencia su fidelidad de estos años, y singularmente a Marcos, Emilia, Alberto, Yolanda, Chema, Juana, Marina, Bea, Marga y Marisa por sus generosas e interesantes sugerencias que han permitido la conformación de este programa aniversario que espero que podáis disfrutar. Muchas gracias también a quienes han enviado sus colaboraciones y no han podido ver, por problemas de tiempo y composición del programa, radiadas sus propuestas. Gracias sinceras a todos.

“No me importa que llueva en verano. Hasta me gusta. Es mi lluvia favorita.” “¿Tu lluvia favorita?”, dijo Thea. Recuerdo que frunció el ceño sopesando aquellas palabras, y luego exclamó: “Pues la mía es la lluvia antes de caer.” Rebecca se sonrió al oír aquello, pero yo dije (en plan pedante supongo): “Pero, cielo, antes de caer en realidad no es lluvia.” Y Thea me dijo: “¿Y entonces qué es?” Y yo le expliqué: “Pues es sólo humedad. Humedad en las nubes.” Thea bajó la vista y se concentró una vez más en escoger los guijarros de la playa; cogió dos y se puso a golpearlos uno contra otro. Parecía que el ruido y la sensación le gustaban. Yo seguí: “¿Entiendes entonces que no existe la lluvia antes de caer? Tiene que caer para que sea lluvia.” Era una tontería explicarle aquello a una niña pequeña; casi me arrepentía de haber empezado. Pero por lo visto Thea no tenía ningún problema en captar la idea; más bien al revés, porque al poco rato se quedó mirándome y meneó la cabeza con gesto de pena, como si discutir aquellas cosas con una idiota estuviera poniendo a prueba su paciencia. “Ya sé que no existe.”, dijo. “Por eso es mi favorita. Porque no hace falta que algo sea verdad para hacerte feliz, ¿no?”

martes, 15 de diciembre de 2015


 SIMON LEYS. EL SONIDO DE LA LLUVIA
 
Esta semana Buscando leones en las nubes cierra su serie de cuatro emisiones dedicadas a Simon Leys con una segunda entrega centrada en Ideas ajenas, un librito muy interesante en el que el escritor belga recopila infinidad de citas, pensamientos y reflexiones de más de dos centenares de autores diversos que él mismo fue recogiendo de su lecturas a lo largo de los años. Sobre este libro y sobre otros de nuestro invitado de esta noche tendréis a partir de la semana próxima un amplio comentario en todosloslibrosunlibro.blogspot.com, el blog de mi otro espacio en Radio Universidad.
 
Con su profundidad y su extraordinaria capacidad de sugestión, los textos que os leeré aparecerán arropados por canciones que, como de costumbre, contribuyen a crear esa atmósfera plácida y delicada, sosegada e intimista que, pienso, es nuestra principal seña de identidad.
 
Los autores de los pensamientos seleccionados en este último programa del ciclo han sido Jean Paulhan, León Tolstói, Henri Bergson, Michel de Montaigne, Charles Baudelaire, John Ruskin, Sima Quin, Jules Supervielle, Oscar Wilde, Joseph Conrad, C.S. Lewis (cuyo texto os dejo también aquí como cierre a esta presentación), William Faulkner y Jiang Jie.
 
Entre ellos han sonado las canciones de Will Stratton, Anjani, Jimmy Witherspoon, Zee Avi, Jesse Harris, Jill Barber, José James, Laura Marling, Lloyd Cole, Mina, Sufjan Stevens, Bebel Gilberto y Cécile McLorin Salvant.
 
 
La literatura ensancha nuestro ser al permitirnos experiencias que no nos pertenecen. Pueden ser hermosas, terribles, sobrecogedoras, estimulantes, patéticas, cómicas o simplemente atractivas. La literatura da cabida a todas ellas. Quienes hemos sido verdaderos lectores toda la vida no solemos darnos cuenta de la enorme extensión de nuestro ser que le debemos a los autores. Cuando mejor nos percatamos de ello es al hablar con un amigo que no lee. Puede que esté lleno de bondad y sentido común, pero vive en un mundo minúsculo en el que nosotros nos asfixiaríamos. El hombre que se conforma con ser él mismo y, por tanto, con un ser reducido, se halla en una cárcel. Mis ojos no me bastan. Ni siquiera me bastan los ojos de toda la humanidad. Lamento que los animales no puedan escribir libros. Me encantaría aprender cómo serían las cosas para un ratón o una abeja, y más aún poder percibir el mundo olfativo de un perro, cargado de información y emoción. Al leer buena literatura me convierto en un millar de hombres y sigo siendo yo mismo. Como el cielo nocturno del poema griego, veo con miles de ojos, pero sigo siendo yo quien ve. Entonces, como en una oración, trasciendo el amor en acción moral y en conocimiento, y al hacerlo es cuando realmente soy yo mismo.


martes, 8 de diciembre de 2015

 
SIMON LEYS. EL CAMINO DE REGRESO
 
Buscando leones en las nubes os da la bienvenida a una nueva emisión de nuestro programa, la tercera de la serie que en las últimas semanas estamos dedicando a Simon Leys, el inteligente escritor belga, fallecido hace poco más de un año.

Si los dos lunes precedentes os ofrecíamos textos del propio Leys, seleccionados de su libro de artículos La felicidad de los pececillos, publicado por Acantilado, en la edición de hoy y en la de dentro de siete días, nos centraremos en otra de sus obras, la reciente Ideas ajenas, que vio la luz en junio de este año en la salmantina editorial Confluencias en traducción de Teresa Lanero. Ideas ajenas, que lleva un significativo subtítulo: recopiladas idiosincráticamente por Simon Leys para el divertimento de los lectores ociosos, es una antología de citas que el escritor belga fue recogiendo de sus lecturas, de manera que, en puridad, ninguno de los textos -casi todos muy breves- que os leeré en estas dos últimas noches de nuestra serie “leysiana” son de la autoría del propio Simon Leys sino de alguno de los más de doscientos nombres que integran el poblado índice de este curioso librito. Henry de Montherlant, Graham Greene, Gustave Flaubert, Jean de la Bruyére, Charles Joseph de Ligne, Henry David Thoreau, D.H. Lawrence, William Shakespeare, Samuel Butler, C.S. Lewis, Jean Paulhan y Zhuang Zi son los responsables de las reflexiones de esta semana. Dentro de diez días, en el blog de mi otro espacio en Radio Universidad de Salamanca, todosloslibrosunlibro.blogspot.com, podréis profundizar sobre la literatura de nuestro autor invitado en una amplia reseña dedicada a algunas de sus obras más destacadas.
 
Entre los textos, como de costumbre, música suave e intimista, con las habituales notas de delicadeza y sensibilidad que caracterizan las mejores de nuestras emisiones. Así, os invito a recrearos con las sugerentes voces de Cheikh Lo con Flavia Coelho y Fixi, Indigo Girls, Keith Richards, Judy Collins con Glen Hansard, Tony Bennett con Bill Charlap, Angela Lewis Brown, John Pizzarelli, Diana Krall, Benjamin Clementine, Karen Souza, Leonard Cohen y Aurelia O’Leary.

martes, 1 de diciembre de 2015

 
SIMON LEYS. LEA MUCHAS NOVELAS
 
Buscando leones en las nubes os ofrece esta semana la segunda edición de la serie, iniciada el lunes pasado, dedicada a Simon Leys, el excelente escritor belga, fallecido hace poco más de un año. Sus dos primeros programas, el de hace siete días y el de esta noche, se centran en textos seleccionados de entre la treintena de artículos del autor que se recogen en La felicidad de los pececillos, una espléndida antología de la obra periodística de Leys en la que brillan su inteligencia y su erudición, su clarividencia y su formidable capacidad de penetración. Os dejo uno de ellos, el que da título a nuestra emisión, como complemento a esta entrada.
 
Entre los fragmentos escogidos suena una decena de canciones que, como es costumbre en Buscando leones en las nubes, transmiten sosiego y tranquilidad, y son propicias para inducir el pensamiento y la introspección, para estimular la inteligencia y la sensibilidad. Su intérpretes son Sarah Menescal, Benjamin Clementine, Lana del Rey, Ballaké Sissoko con Vincent Segal, Krista Detor, Márcio Faraco, Paola Turci, Nils Lofgren, Virginia Rodrigues y Ben y Ellen Harper.
 
 
Cuando yo era un joven estudiante ingenuo, en mi primer año de universidad, el programa de letras (preparatorio para la carrera de derecho) incluía un curso de filosofía. Aunque esta perspectiva primero me entusiasmó, la mediocridad del profesor pronto me hizo desencantarme. No obstante, gracias a un contacto familiar, tenía la oportunidad de frecuentar el trato de un filósofo eminente, que era también un hombre encantador y generoso. A petición mía, me preparó una lista de lecturas filosóficas básicas: en una página anotó las referencias bibliográficas de diversos clásicos de la filosofía, así como algunas buenas introducciones modernas al estudio y a la historia de la filosofía. Conservé como algo precioso ese documento, pero acabó como otras muchas pertenencias mías por las que sentía apego, que he terminado extraviando a fuerza de correr mundo. Hoy, al cabo de medio siglo largo, he olvidado, naturalmente, los distintos títulos que figuraban en esa lista. No obstante, de lo que sí me acuerdo claramente es de la posdata que el gran filósofo escribió a pie de página. La recuerdo tanto mejor cuanto que en ese mismo momento no la comprendí, e incluso me dejó muy perplejo. Esa posdata decía (subrayado): “Y sobre todo, no lo olvide, lea muchas novelas”. Al leer esta nota, el estudiante inmaduro que yo era se quedó vagamente sorprendido: en cierto modo, la observación no me parecía suficientemente seria. Y, en efecto, en nuestra ingenuidad, a menudo tendemos a confundir lo serio con lo profundo. En el periódico, el editorial es generalmente serio, y divertidas las caricaturas; pero con harta frecuencia el editorial resulta ser verboso, mientras que las caricaturas son penetrantes. No fue hasta al cabo de muchos años cuando empecé a apreciar plenamente toda la sabiduría de mi filósofo, y ahora encuentro frecuentemente ecos de su consejo. Así, por ejemplo, Théodore Darlymple (el médico que escribe una crónica ingeniosa y mordaz en Spectator) observaba que, entre dos médicos de una misma cualificación profesional, él tendría más confianza en el que leyera a Chejov. Y por mi parte, añadiría: si cometo un crimen, desearía que mi juez fuese un lector de Simenon.