martes, 9 de abril de 2013


EL PERIÓDICO DEL DESAYUNO

Hoy volvemos con la tercera y última entrega de la serie que hemos venido dedicando a la estación primaveral a partir de los textos recogidos en El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres de la vida, el más que interesante libro de Philippe Delern que publicó Tusquets hace casi quince años. En los fragmentos entresacados de la estimulante obra del francés aparecen esos tantas veces inapreciables gestos, actos, momentos cotidianos que, sin embargo, quizá revelan en su aparente nimiedad, lo esencial de la existencia, esos motivos para el disfrute de la vida que, sobre todo en primavera, nos invitan a aprovechar nuestro fugaz paso por la tierra. Sumergirse en los caleidoscopios, Enterarse de una noticia en el coche, El periódico del desayuno, Una novela de Agatha Christie, Llamar desde una cabina, Las bolas de cristal, El bibliobús, Mojarse las alpargatas y La bicicleta son los sugestivos títulos de los textos que os ofrezco esta semana.
 
Y esta visión modestamente hedonista del vivir, que la primavera realza, ha tenido históricamente su lugar natural en los países de la cuenca del Mediterráneo, en los que la alegría de la vida, el lento degustar de una ensalada, de un pescado fresquísimo, de una helada copa de vino, de una resplandeciente pieza de fruta, de la suave caricia del mar, de la dulzura cálida del sol, de los placeres de la conversación, de los encantos del amor, constituyen el sentido último de nuestro estar en el mundo. Es por ello que el programa se complementa con cerca de una decena de canciones que, por esta vez, escapan al habitual dominio del panorama musical anglosajón -siempre preponderante en Buscando leones en las nubes- para centrarse, con algunas excepciones, en el ámbito de las riberas del Mare Nostrum: canciones interpretadas en español, en catalán, en italiano, en francés y en el portugués de nuestros vecinos lusos y de sus muy próximos hermanos brasileños (ambos “metafóricamente” mediterráneos), por Jacqueline Taieb, Franco Battiato con el grupo MAB, Eugenia Melo e Castro, Silvio Rodríguez, Mônica Salmaso, Diego Vasallo, María del Mar Bonet, Paula Morelembaum y Manu Chao.
 
Os dejo también, para complementar este optimista acercamiento a la primavera, un artículo de Manuel Vicent en el que el autor valenciano -defensor por excelencia en sus escritos del estilo de vida mediterráneo- propone una sugestiva lista de motivos para disfrutar de la existencia. Con el título de Para huir se publicó el 24 de mayo de 1994 en el diario El País.
 
La primavera, entendida como arrebato floral, como desbordante expansión de la naturaleza, como éxtasis de los sentidos representado en plantas, verduras y hortalizas, hojas, corolas y pétalos, aparece en el cuadro del mismo título de Arcimboldo, uno de mis pintores favoritos, que acompaña a esta entrada.
 
 
Para huir
 
Éstas son algunas cosas que me gustan: un potaje de legumbres que me recuerde la infancia, releer algún fragmento de los Principios metafísicos de Spinoza en el sillón de orejas tomando un oporto, jugar al póquer con mis amigos en las tardes del sábado, ver cómo se besan los adolescentes entre los capós de los coches bajo el clamor de las ambulancias y las sirenas de la policía, pensar en el mar y en su perfume de algas cuando quedo atrapado en un atasco de la ciudad, imaginar que no es la CNN la que crea el mundo cada mañana, sino el canto del mirlo que suena en la acacia. También me gusta el arroz al horno, El Príncipe de Maquiavelo, la voz de Ray Charles, el Retrato de un cardenal desconocido pintado por Rafael, el pasodoble Paquito el Chocolatero que toca una orquestina de verano en cualquier verbena valenciana, las odas de Horacio, los mercados de frutas y verduras, el contacto de la piel con la tela de algodón, las primeras brevas de San Juan, los cuentos de Allan Poe, el pimiento asado sobre el que resbala el aceite de oliva. Me gusta Ella Fitzgerald y Duke Ellington, las melodías de Irving Berlin y Cole Porter, y las canciones de Nat King Cole, la sobrasada de Mallorca y algunos versos de Safo, La Metamorfosis de Ovidio, los zapatos Timberland para caminar y el prólogo al Persiles de Cervantes, el olor a tinta del periódico que se confunde con el aroma del café en el desayuno y algunos proverbios de Ramon Llull. Me gusta perder el tiempo hablando con los amigos, apartar el pie para no pisar una hormiga, no asistir a ningún cóctel, presentación, conferencia ni mesa redonda, andar por la ciudad con las manos en los bolsillos contemplando los rostros anónimos de la gente mientras imagino la etimología de ciertas palabras. Me gusta visitar una exposición de pintura en algún museo el domingo por la mañana, y también pasar la yema de los dedos por los cantos de un incunable. Me gustan los erizos de mar en enero y el Autorretrato de Durero en cualquier época del año.




El periódico del desayuno

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