Bienvenidos una semana más a Buscando leones en las nubes que hoy cierra, en otra emisión densa, cargada de largos textos y canciones, la serie que iniciamos hace siete días con África como protagonista, a partir de la celebración, el pasado 25 de mayo, del Día internacional de ese continente. Durante dos semanas, pues, nuestro espacio se centra en África a partir de un libro, de lectura necesaria aunque muy descarnado y terrible en sus textos, escrito por el periodista catalán Bru Rovira y que vio la luz en 2006 en la editorial RBA con el título de Áfricas. Cosas que pasan no tan lejos.
La colina
Una cárcel repleta de presos. Las fosas comunes con las cruces que recuerdan el genocidio. Unos curas. Unas monjas. Un destacamento de los militares. Niñas de catorce, de quince años, embarazadas. Viudas. Cientos de viudas. El ochenta por ciento de las mujeres han perdido a sus hombres. Ellas son las que ahora trabajan la tierra, crían a los hijos, llevan la comida al hombre, marido, padre, hermano que está preso en la cárcel. Huérfanos. Ochocientos huérfanos repartidos entre las familias de acogida. Hombres que beben cerveza de plátano. Promiscuidad. Pobreza extrema. Sida. Malaria. Judías. Siempre judías, cuando las hay. La vida ha vuelto a las colinas. Amanece con los cantos religiosos de las monjas. Anochece con los cantos de los presos que se escuchan a través de los muros. Por la noche reina el silencio. La oscuridad es profunda. Nadie se atreve a salir de casa. Muchos ni siquiera duermen en casa. Se esconden entre los plátanos mientras esperan la luz del día. Entonces se cuentan los muertos. Se hace balance de cómo ha ido la noche. Se cavan las tumbas de los muertos de hoy entre los muertos de ayer. Cuesta encontrar un trozo de tierra donde no aparezcan huesos humanos. Todo se hace en silencio.
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